Por Abel Santiago / abelsantiago30336@yahoo.com.mx
Hace algunos meses publiqué una breve semblanza sobre la vida y obra del artista oaxaqueño Edmundo Aquino, con motivo del homenaje que le ofreció el pueblo y autoridades municipales de Zimatlán de Álvarez, lugar de su nacimiento, mediante exposiciones de su obra pictórica, lectura de sus trabajos literarios, en especial de ensayos, uno dedicado a la investigación de los orígenes y nombre de ese distrito, y algunos poemarios editados por el propio maestro. En estos días he recibido otro, titulado Reflejos de agua, del que dice es otra publicación casera en la que insiste en sus bocetos, líneas y palabras, para el que como siempre contó con el apoyo familiar. Se trata de un pequeño poemario muy bien logrado, en el que incluye 15 poemas con un estilo muy original, pero con la belleza de la expresión, que atrae la atención de los lectores, principalmente jóvenes, porque su creación es modernista, a pesar de que él ya disfruta de la fabulosa tercera edad, como se llama ahora a los también conocidos como adultos mayores.
Uno de estos poemas, de corta extensión, está escrito en prosa, y dice: “Por fin, pasa suspendido ante mis ojos el barco fantasma del deseo, se desliza, sin olas en el aire, las aguas lisas, lo llevan al corazón del puerto inexistente. El mástil sostiene la ligera vela que ondea con el suave viento. Su rosa invita al abrazo y presto al anclaje. La pluma invisible escribe en la bitácora los sobresaltos de la ansiada y extraña navegación etérea a ningún destino. La ausencia es su compañía. Ensimismado, el capitán sin cuerpo cuenta los latidos y aspiraciones de la tripulación imaginada. No hay peces ni bellas mariposas, mientras el timón con la mano transparente guía al enigmático fantasma sobre un mar sin tempestades”. Es el estilo también del verso libre, dedicado a la rana, el rayo, junio, los muros, sólo hoy, la araña, Huitzitzlin, la mirada, cardenales, premonición, la mirada y los demás, dedicados a la naturaleza, al campo, a los monumentos arquitectónicos y al humanismo.
De la semblanza del maestro Aquino se refiere que estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas Academia de San Carlos de 1953 a 1962, obteniendo el título de maestro en artes plásticas. Su actividad como pintor, escultor, grabador, difusor de cultura, poeta y escritor, ha sido intensa. A partir de su primera exposición en 1957 en la ciudad de Oaxaca, ha expuesto su obra frecuentemente en México y en el extranjero, tanto en forma individual como colectiva. Ha recibido premios nacionales e internacionales. Su obra se encuentra en importantes instituciones culturales del mundo. Ha sido profesor universitario, dibujante en el Instituto Nacional de Antropología e Historia y jefe de la Sección de Artes Plásticas de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. La maestra en historia del arte Marcela Cauduro escribió que el maestro Edmundo Aquino ha dedicado la mayor parte de tiempo y esfuerzo creativo para dar forma a sus ideas, inquietudes y pensamientos mediante la práctica del collage, técnica que se define como aquella que utiliza materiales extra pictóricos o extra artísticos, y su descontextualización e incorporación a un nuevo concepto: el de la obra de arte. Aunque esta práctica se ha desarrollado desde el siglo XII en manos de los calígrafos japoneses que pegaban en las hojas papeles de colores, es durante las primeras décadas del siglo XX que el collage se transforma en un nuevo medio de expresión válido, que ha contribuido a ampliar las posibilidades discursivas de los artistas.
El propio maestro Aquino, en una de sus descripciones sobre su trabajo artístico, escribió: “A medida que fui conociendo obras en litografía, xilografía, calcografía y serigrafía hechas por artistas del pasado y del presente, fue desarrollándose en mí el gusto por sus técnicas. Practicarlas me permitió conocer sus herramientas, materiales y calidades. Metafóricamente, ha sido como aprender diferentes idiomas. Pude observar que sus mensajes se identifican con los códigos de la técnica, y que cada una tiene su propia identidad. Es decir, cada técnica transmite su propio mensaje paralelo a las ideas planteadas. El reto es entonces pensar de acuerdo con estos lenguajes e imaginar lo que podría lograrse con ellos, teniendo como propósito una expresión creativa. Este es el incentivo. De ahí que el medio gráfico se haya vuelto un desafío y una batalla para la imaginación. Experimentar su alquimia ha sido motivante y enriquecedor. Inmerso en estas expresiones, me he percatado de que la técnica gráfica tiene el mismo valor creativo que otros lenguajes visuales. Las posibilidades de la gráfica son inagotables, todo depende de los fines creativos para que sus calidades aparezcan en ese cosmos de escritura y expresión plástica. Asimismo, aprecié la generosidad del medio técnico para multiplicar los originales que se convierten en una ventaja para alcanzar un mayor número de espectadores que gocen de la creación y la calidad de cada una de las impresiones en estas técnicas”.
Así la claridad de la obra poética del maestro Aquino, que como sus ensayos merecen reunirse en publicaciones al alcance de todos los lectores y público en general, como lo ha logrado con su creación plástica, que con exposiciones individuales y colectivas ha estado en casi todos los países del mundo, contradictoriamente muy poco en Oaxaca, donde el medio cultural y artístico ha sido difícil para los creadores oaxaqueños. Reflejos de agua, el poemario más reciente de Edmundo Aquino, es un trabajo de calidad que merece el reconocimiento y valoración de las nuevas generaciones.