Durante nuestra formación, los profesores nos enseñaron que el círculo de la vida es que los seres vivos “Nacen, crecen, se reproducen y mueren”, siendo lo único que pudiera no presentarse es que se reprodujeran. En ese sentido, nos explicaron que a diferencia de otros seres vivos, los seres racionales éramos los únicos que tenemos el libre albedrío para por si mismos realizar nuestro destino.
De tal manera que sólo nosotros, somos capaces de darle un significado a nuestro actuar; es decir, tenemos la oportunidad de trascender en nuestro medio.
La manera en que trascendemos puede ser o no planeada, resultar caprichosa o simplemente darse para los terceros sin que realmente hayamos sido conscientes de que lo hicimos o lo que represento.
Es decir, las personas somos los únicos que podemos realizar nuestros sueños y sus resultados podremos o no considerarlos; asimismo habrá un mundo que pueda calificarlos e incluso, resultar beneficiado o perjudicado, según sea el caso.
¿Quién piensa en ti?
En nuestra vida muy a menudo nos preguntamos ¿qué queremos?, ¿quiénes somos?, ¿a quien importamos?, entre un sin número de cuestionamientos que conforme los respondemos, vamos contando con elementos en la toma de nuestras decisiones.
En este sentido y por las condiciones del mundo en que vivimos, nuestro actuar, sea consciente o no, importa a terceros; de tal modo que por más aislados que consideremos estar, siempre habrá alguien a quien le interesemos.
Por ello, es que resulta siempre valioso tener en cuenta a quien afectan nuestras acciones u omisiones.
“La Vida es …”
Si pretendiéramos encontrar un significado de la vida no habría nada mejor que ponerle ritmo y pensar que “La Vida es un Carnaval” o “La Vida es una Tómbola”, entre miles de letras musicales. Sin embargo, resulta que el verdadero significado de la vida es el que cada uno le quiere dar y sobre todo, la manera en que quiere disfrutarla. Es decir, con o sin letra, el ritmo de la vida lo pone cada uno y la división y la cadencia de las estrofas se establecen en la forma en que se quiera vivir.
Lo que si es seguro es que la vida hasta donde tenemos un real conocimiento es sólo una y de nosotros depende disfrutarla a plenitud.
El que derivado de nuestras acciones u omisiones haya personas que puedan ser beneficiadas o perjudicadas puede no depender de nosotros; pero lo qué si es importante, es tratar de actuar conforme a lo que creemos, valoramos y vivimos.
Una de las grandes ventajas que tenemos en nuestra vida es permitir que otros entren en ella y compartan lo que somos y lo que hacemos. Si bien nacemos en un entorno y podemos hacernos en él mismo, siempre tendremos la opción de escoger el ambiente y a nuestros acompañantes.
Es decir, si nuestra vida fuera un avión, sabríamos que en todo momento tenemos la opción de escoger al copiloto y a los pasajeros para cada escala y es también una opción de ellos, querer compartir nuestro viaje.
El destino que le des a tu vida depende de tus valores, convicciones y metas pero lo verdaderamente importante es saber con quién compartes.
Entre Coincidencias y “Diosidencias”.
La vida es tan sorprendente que por más que pretendas encontrar lógica en ella, siempre te pone a personas o en circunstancias que jamás imaginaste. Lo puedes considerar como parte del complot que el universo hace a tu persona o como una intervención divina.
Lo cierto es que las cosas suceden y usualmente, tú tienes la opción de cómo actuar sin importar la explicación que le des.
La vida es mágica y te presenta las oportunidades de miles de formas; a veces van desde una situación desafortunada, un resultado planeado o simplemente, una acción espontánea. La cualidad para encontrar la magia en la vida es siempre estar con los ojos abiertos, aprender a descifrar el momento adecuado y actuar de acuerdo a quién eres.
La Suma de Todo
La Vida se Vive de ahí que su importancia para nosotros es como la hayamos disfrutado y con quien la hayamos compartido.
Normalmente, nunca estará en nuestra mano percibir a plenitud la importancia de nuestras acciones para terceros; de hecho, en el mejor de los casos tendremos referencias mediatas o inmediatas de ellas.
Lo que realmente puede ser un indicador de nuestro desempeño es la reacción de las personas; un agradecimiento de a quien atendemos, una sonrisa de a quien damos el paso o una simple palmada por alguna acción realizada.
Al final de nuestro día como de nuestra vida, siempre tendremos la posibilidad de evaluar parcial o totalmente lo que hicimos y si bien, sería lógico pensar en la acumulación de satisfactores materiales para entender el éxito alcanzado, serán nuestras percepciones de los sentimientos despertados en otros lo que generará la satisfacción de nuestro andar.
¡Hoy!, ¡Ahora!
Actualmente y como la realidad nos ha sorprendido, resulta lógico suponer que todo es negativo y cuestionar si lo merecemos o no. Hablar de los motivos o tratar de esgrimir argumentos está demás. Lo que vale la pena es saber que tenemos vida y la actitud y condiciones para afrontar este reto.
Es tiempo de hacer un recuento de los daños y de ahí, calificar por nosotros si los logros obtenidos son acordes a nuestras pretensiones, sentimientos, razones, condiciones, valores.
Es válido responder todos los cuestionamientos personales y profesionales que tengamos, desde el ¿quién soy? hasta el ¿A dónde voy?; pero lo más importante quizás sea: ¿con quién voy? y ¿a cuantas almas tocaré con mis acciones?
¡Ser y Trascender!
Ya estamos en este mundo, rodeados de todos los acontecimientos que pueden o no marcar nuestra vida pero es tiempo de actuar y decidir … ¿qué haré yo por hacer mejor mi entorno?, ¿qué aportó en la vida de los demás?, ¿cómo puedo ser un mejor ciudadano mexicano?
¡Recuerda que la mejor forma que de ser es vivir de acuerdo a tus valores, sentimientos y razones!
Por las almas que toques … ¡Tu esencia como persona trascenderá!