- Los Males de peña.
- Prensa Agraviada.
- Juniors no Crecen.
Por Rafael Loret de Mola
El alarmante estado de salud del presidente de la República, obviamente visible para cualquiera que lo observe, aunque sea en fotografía –esto es con un deterioro físico reflejado en su extrema delgadez y la evidencia de su mirada perdida en varias ocasiones-, es motivo para que, en contra de la libertad de información, su expediente médico sea considerado una cuestión relacionada con la seguridad del Estado. ¿Y por qué debiera ser así en lugar de asumir, de cara al mandante –esto es la comunidad nacional-, la verdad? Cuando se miente o se ocultan sobre asuntos públicos delicados –y éste lo es-, generalmente las consecuencias son mayores. De hecho, pero en voz baja, ninguno de los funcionarios o amistades del mandatario se atreve a afirmar lo contrario dando cauce a la confirmación sin comprometerse.
Cuando entrevisté a Manlio Fabio Beltrones, a principios de 2010 –esto es para mi obra, “2012: La Sucesión” todavía editada por Océano, editorial hispana que nos ha inundado de basura literaria de allende el mar, no toda su producción lo es cabe aclarar, porque en su mercado no tienen salida los libros bajo el peso de la crisis-, una de sus mayores preocupaciones recalaba en que se carecía, de hecho, de un sistema adecuado para reemplazar al presidente en los casos de evidente incapacidad. Por supuesto se refería a fox y calderón, el primero tratado con Prozac y el segundo ávido de las botellas como ha seguido demostrándolo hasta en los cruceros por Brasil-, sin imaginar que en el futuro cercano estaríamos ante la disyuntiva real de una ausencia definitiva del Primer Magistrado, pomposo título con características aristocráticas, con el que suele referirse al titular el Ejecutivo federal supeditado, por cierto, al Congreso que puede revocarle el mandato lo que el primero NO puede ejecutar respecto a sendas Cámaras sin violentar la Constitución. Él último que se atrevió fue “El Chacal”, victoriano huerta márquez, y su sitio en la historia nadie osaría disputarle.
El artículo 84 de la Carta Magna establece que si la falta absoluta del presidente se produjera “en los dos rimeros años de periodo respectivo”, el Congreso, si estuviera reunido –esto es durante los periodos ordinarios de sesiones-, se constituiría en “Colegio Elecrtoral” para designar a un presidente interino, siempre que concurrieran al acto las dos terceras partes de los miembros; y tendría el mismo Congreso sólo diez días para emitir la convocatoria para elegir al presidente que deberá concluir el sexenio. En caso de que no estuvieran en sesiones diputados y senadores, la Comisión Permanente señalaría a un presidente provisional para que convocara al Congreso para que, “en elecciones extraordinarias”, expidiera el nombramiento de un interino para cumplir con las funciones descritas para el mismo.
Todo se simplificaría si la ausencia ocurriese durante los cuatro años restantes. Entonces, el Congreso avalaría a un presidente substituto para concluir el periodo; o bien, la Comisión Permanente procedería a nombrar a un mandatario provisional en tanto se reuniera el Congreso para elegir al substituto. Un mecanismo con enormes vericuetos considerando la pluralidad con la que se han integrado sendas Cámaras y la posibilidad de amarres soterrados, las que he llamado alianzas turbias, por parte de oposiciones sin más ideologías que la conquista del poder.
Quizá a esto se refería Beltrones, entonces senador y actualmente diputado coordinador de la bancada priísta –en la Cámara Alta cumple esta función el execrable emilio gamboa, superviviente de la época peor de la autocracia que dio cauce a las mafias para salvarse-, cuando alegaba que se carecía de método para proceder en la materia aun cuando estuvieran claras las reglas para la operatividad del Ejecutivo. Y tal se determinó por la amarga experiencia de 1913 cuando, de acuerdo a la anterior Cata Magna, el Canciller asumía la Presidencia, lo que dio lugar a la parodia infamante de Pedro Lascuraín quien fue presidente cuarenta y cinco minutos sólo para designar a huerta como secretario de Relaciones Exteriores y dimitir a favor de éste. Un estigma que aún duele, y mucho, a los mexicanos con memoria y a los mandos castrenses con dignidad.
El conflicto reside, claro, en que los legisladores en funciones suelen poner todo tipo de trabas para dar cace a las iniciativas unilaterales del Ejecutivo y a cuanto devenga de los grupos parlamentarios adversarios. El absurdo es tan grande que los antagonistas en las Cámaras suelen sonreírse y apostar por candidatos comunes en las entidades federales para formar una fuerza superior a la del PRI y asfixiarlo, sólo a éste, como si fuera el mal mayor. A quienes hemos atestiguado las deplorables administraciones del PAN y las veleidosas decisiones del gobierno de la ciudad de México, perredista desde 1997, no nos queda otro remedio que dudar.
Esto es, la presunción de los constitucionalistas de Querétaro en el sentido para darle celeridad al procedimiento, dadas las condiciones actuales, no se haría efectiva en los hechos por cuanto a los debates, discusiones, chantajes soterrados e intereses tales como condicionar los avales a la repartición ominosa de cargos públicos en el futuro gabinete. Las discusiones serían acérrimas, largas, laberínticas con argumentos sacados de quien sabe dónde para alargar el proceso y, por ende, el vacío de poder.
Es evidente, por los precedentes, que las negociaciones serían agobiantes y la ausencia de un presidente en ejercicio pondría a la nación en jaque, debilitada ante quienes apuestan por una injerencia directa en nuestros asuntos soberanos. Por desgracia, ¿hace cuánto tiempo que diputados y senadores dejaron de pensar en “el bien común” para dar rienda suelta a sus intereses partidistas, esto es de acuerdo a los arreglos cupulares –no copulares, amigos correctores, aunque este término tampoco viene mal dado el comportamiento de algunas parlamentarias-, dejándonos en la indefensión? No podemos creer en una falsa democracia en la cual la sola solicitud de un consenso general, o un plebiscito, acerca de los bienes de la nación, convierta a los poderes de la Unión en valladares insalvables para recoger las directrices de la “soberanía popular”, un término que dicen está caduco por los sabios del presente pero permanece en el texto constitucional. Este es el punto a resolver.
Por otra parte, bien se haría en integrar una comisión parlamentaria, internacional, para investigar, las distintas y sorpresivas dolencias de buena parte de los jefes de Estado al sur del Bravo e incluso las de algunos de los líderes más incómodos para los operadores de la Casa Blanca, siempre listos a hincar el diente cuando se produce una crisis en una de sus naciones satélites. Es así como aseguran su preeminencia aun cuando sean evidentes sus verdaderas intenciones. Por lo demás, Barack Obama, el perentorio huésped de la residencia de la Avenida Pensilvania, es catalogado ya, por el setenta por ciento de los estadounidenses encuestados, como el peor presidente de los últimos años… digamos a partir de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, esto es comenzando con Harry S. Truman quien ordenó detonar sendas bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki en septiembre de 1945.
Por algo será cuando Obama rompió un tópico, por efecto de los votos mayoritarios, y se reeligió con buen consenso; pero en estos últimos meses, a lo largo de 2013 y hasta ahora, cambió para mostrar su verdadero perfil. ¿Será porque los norteamericanos detestan, por la xenofobia en crecida, las sugerencias para una nueva ley migratoria que otorgue algunos derechos a los trabajadores “indocumentados”? No se confundan; la impopularidad tiene raíces y espejos: se debe, sobre todo, al crecimiento negativo de la Unión Americana y a cuanto ello significa en plena debacle de la moral político-financiera y en la etapa de mayor especulación de la historia reciente. Por eso han surgido tipejos como el “pato” Donald Trump.
De esta manera, se hace bastante claro que peña nieto no está en condiciones, ni emocionales ni políticas, mucho menos tras su operación supuestamente de la vesícula si creemos en la versión oficial, para enfrentar los severos desafíos que representan sendas crisis, en los Estados Unidos y Europa –específicamente en España en donde la posibilidad de una ruptura es cada vez más cercana con los catalanes y vascos redondeando sus “faenas” soberanistas-, para una economía, la nuestra, en manos de quien sólo piensa en su postura de presidenciable. Le llamamos por su nombre: el doctor luis videgary caso, figura dominante en el decreciente gabinete del presidente enfermo. (Por cierto, pocos creyeron en este columnista cuando anunció los males físicos de peña –un cáncer incubado en la próstata desde 2011-, hace ya más de cuatro años. Sólo para recordar)
Debate
A Daisy Baeza Rodríguez, la mujer fuerte de la era de Mario Villanueva Madrid –quien huyó dos días antes de entregar el gobierno estatal en abril de 1999 en las vísperas de la visita de Estado de Bill Clinton a su colega de entonces, ernesto zedillo, a Yucatán con la hospitalidad de víctir cervera, “padrino” de Villanueva “el chueco”, le cobraron todas las facturas. En el diario “Respuesta”, al que el gobernador quintanarroense Roberto Borge Angulo presenta como un ejemplo “de buen periodismo”, apareció a toda página un montaje caricaturizado de la señora en cuestión entre las piernas de un sujeto desnudo para denostarla por si quería insistir en sus señalamientos contra Borge. La cúspide de los informantes mercenarios.
El obrero de todas estas proezas, Rangel Rosado Alavez, secretario de prensa de Borge junior, persigue y golpea, infama y desata los contubernios con la bandera del dinero mal habido distribuido entre los miembros de la fuente quienes ya están acostumbrados a los “convenios” con los que se silencia. Quien más sabe de esto es, precisamente, Ernestina Macdonalds, la veterana corresponsal de Televisa cuyo nombre servirá para premiar a los comunicadores lacayos del gobernador. Una vergüenza para quien lo otorgue y quienes lo reciban. Hay preseas que avergüenzan y liquidan todo prestigio posible y no sólo por la inevitable erosión del tiempo.
Con esta “fuerza” en los medios locales, el señor Borge junior se propone enfilar a su sucesor, apoyando para cubrirse las espaldas a José Luis “Chanito” Toledo aunque, desde luego, dadas las condiciones en las que se encuentra, políticamente, Quintana Roo, no dudamos en la posibilidad de una alternancia como hace tiempo la ciudadanía reclama aunque sin la fuerza necesaria para superar las marrullerías y el miedo de los votantes, obviamente amenazados.
Y ya les hablaremos de los desfalcos a los fondos provenientes del impuesto del dos por ciento a hoteles y restaurantes de Cancún y la Riviera Maya sin destino visible ni auditorías de ninguna especie. El escándalo es tal que la empresa hispana Inverotel, que aglutina a los hoteleros de esta nacionalidad, está lista para entrar al ring y exhibir al más corrupto de los gobiernos que ha enfrentado… y llegará a su fin el próximo año.
La Anécdota
Los Juniors, lujos de la actual política mexicana no crecen. Ya hemos hablado de los casos de Jalisco y Nuevo León, dos de las principales entidades del país por su potencial económico y su influencia política, en donde los gobernadores Aristóteles Sandoval y Rodolfo Medina de la Cruz han dejado a sus padres con las manos libres para surtirse a su gusto en el gran tianguis de la inmoralidad.
Lo mismo sucede con Roberto Borge Angulo, cuyo padre –sólo varía su segundo apellido, Martín-, quien ha dejado enriquecer a su progenitor manejando constructoras que destruyen manglares y dejando que forme su propia naviera para los cruceros entre Cozumel y Playa del Carmen cargados de pasajeros –a quienes se cobra la mitad por el viaje en comparación con otras dos líneas-, y de mercancías… non santas, con absoluta impunidad.
Este es el México del sur.