*Los Dramas de peña
*El Error de Colima
*Presidente y Roble
Por Rafael Loret de Mola
Son dos los dramas que golpean, con severidad, al mandatario en ejercicio, enrique peña nieto, mientras su gobierno caen en picada en cuanto a la credibilidad de quienes conforman el régimen por cuanto a que sus decisiones lejos de fincarse en postulados democráticos han traído mayor zozobra a la gran comunidad nacional. El primero de ellos es la paulatina pérdida de legitimidad del mandatario como consecuencia de sus bajos niveles de aprobación general. Recordemos que la democracia no termina en los ejercicios electorales sino se prolonga a través de la ahora marginada soberanía popular.
El segundo de sus dramas tiene que ver con la salud de quien, al postularse, ya sabía de su enfermedad y, pese a ello, se presentó como un joven político, radiante a través de los medios que le consideraron una figura ideal para moldearlo como estrella –al estilo de los pasajeros fenómenos del balompié-, y asegurar su victoria sobre una izquierda que, en 2012, despegó como la espuma cuando pocos, al principio, apostaban por la capacidad de recuperación de Andrés Manuel López Obrador, el icono que es acusado en el escenario actual por haber irrumpido con un nuevo partido, MORENA, dividiendo sin remedio aparente a la izquierda.
Tenemos conocimiento que, al finiquitar su encargo como gobernador del Estado de México, en septiembre de 2011, una fecha precisa para preparar la carrera presidencial, el señor peña se ausentó unos días, dejó los reflectores a un lado y se sometió a una operación para que le fuera extirpado un quiste canceroso, en estado de incubación dijeron, que fue detectado “a tiempo”, esto es no mucho antes de su finiquito como mandatario estatal. Como si todo se hubiera acomodado para que pudiera iniciar su campaña libre del obstáculo de la cizaña y el mal que, de avanzar, hubiera dado lugar a una situación extrema. Por supuesto, dado que aún no se iniciaba la gira proselitista, fue sencillo evitar que se difundiera el suceso y se guardó aduciendo que el personaje tomaba unas vacaciones breves antes de aceptar su candidatura e iniciar el consiguiente periplo por la República que no estuvo exento de algunos cambios en la agenda para prevenir las secuelas de la operación. Y con ellas llegó a la Presidencia en diciembre de 2012.
Con un adecuado manejo de la información, pocos percibieron un agudo deterioro en el rostro del titular del Ejecutivo y en su retentiva. Además, fueron evidentes los dislates que, en los tiempos de fox se volvieron chascarrillos pero con peña evidenciaron una supina ignorancia, tan grave, que reveló la ausencia de cultura elemental o acaso la presencia de alguna enfermedad que afectara la memoria.
No paramos en este punto. El 30 de julio de 2013, hace veintitrés meses, el presidente, de manera inesperada y sin que pudiese anunciarse a la opinión pública, fue sometido, de emergencia, a una operación por un mal desarrollo de los nódulos tiroideos una de cuyas causas –hay otras, desde luego-, es la posible expansión de un cáncer. Por supuesto, los médicos militares que le intervinieron insistieron en que no habían encontrado rastros cancerígenos y que el paciente estaba en las mejores condiciones.
Fue difícil creerlo considerando la demacración de su rostro y ciertos movimientos erráticos que se prolongaron mucho más allá de lo términos post-operatorios. Y fueron obvios, a partir de este momento, los traspiés mentales del personaje al grado de aparecer en público ignorando el nombre de las capitales de los estados o, peor aún, la denominación de las propias entidades en una confusión que pretendió hacer superficial o jocosa pero que fue calificada duramente, por la audiencia general, como muestras terribles de ignorancia. ¿De haber sido así, por qué no lo detectamos desde sus gestiones como gobernador en su relampagueante carrera? Hubiera sido muy sencillo derrotarlo, por ejemplo, en un debate entre los tantos postulantes priístas al cargo de gobernador, en 2005, pero al contrario de ello, y sorpresa de muchos, se quedó solo, como candidato de unidad, por el retiro, uno a uno, de adversarios tan poderosos como Carlos Hank Rhon, quienes fueron conminados a dejarle libre el paso porque se había convertido en el “nuevo cachorro” del priísmo. Fue un verdadero fenómeno al que habrían de seguir otros más.
No dio muestras de mejoría a partir de la cirugía del 30 de julio. Al contrario: las huellas en un rostro, muy maquillado, en su andar cada vez más cansino –disimulado hace apenas unos días cuando corrió hacia el templete para dejar asentada su “buena” condición física y su pasión por el “ejercicio”-, y las modificaciones y restricciones de su agenda, cada vez más frecuentes, no pudieron pasar desapercibidas para los reporteros de la fuente quienes sí fueron distraídos durante su primera emergencia, en octubre de 2011.
Así llegamos a los sucesos del viernes 26 de junio, hace unos días, cuando el presidente de la República fue llevado urgentemente al Hospital Militar. El mandatario había sufrido lo que se supuso –de acuerdo a la versión oficial- una fuerte gastritis por la noche del jueves 25 y el dolor se hizo insoportable por la mañana del 26. Una secuela normal para el tipo de tratamiento que se requería: la extirpación de la vesícula biliar en tiempo récord como igualmente será su reaparición si este día, luego de apenas tres días desde su ingreso hospitalario, aparece en funciones oficiales o acompañando a los reyes de España, tan interesados en apadrinar a los grandes consorcios económicos hispanos.
Ni uno solo de los enfermos que han sufrido la pérdida de la vesícula dejó de decirse “asombrado” por la supuesta recuperación del paciente. Es posible ser dado de alta, en el Hospital, uno o dos días después de la intervención; no así el permiso para dejar la recuperación en casa e iniciar sus tareas laborables a corto tiempo; y mucho menos si éstas, como lo son en el caso del aludido, son generadoras de elevado estrés. Una cosa es ser presidente y otra, muy distinta, poseer un organismo de superhéroe. En este caso hasta lo primero se pone en duda.
El caso es que, en menos de cuatro años, desde septiembre de 2011, el señor peña nieto ha sido sometido a tres operaciones y siempre se ha dicho que las consecuencias han sido mínimas por la fortaleza del mismo y su dedicación al deporte matutino. Falacias puras considerando el ya largo expediente médico que sigue estando bajo los siete candados de la opacidad en una perspectiva supuestamente transparente en cuanto al desempeño y los perfiles de los funcionarios públicos.
El hecho innegable es que el presidente peña presenta un cuadro negativo en cuanto a la salud y que, en estas condiciones, aunadas a la evidente falta de irrigación cerebral que se ha hecho notoria, sobre todo, durante los actos públicos en donde los oyentes reprimen las carcajadas para luego dar rienda suelta a las peores burlas imaginables y a los consabidos “memes” que lo transforman en el “burro” de las ridiculeces. Una situación bastante penosa para quienes son jefes de Estado, nada menos. De pena ajena.
Lo anterior demuestra que la operación vesicular no fue ni es lo más grave. Sobre todo porque pacientes de lo mismo insisten en que no sufrieron dificultades mentales, ni en el habla ni en la razón, como consecuencias de sus respectivas intervenciones quirúrgicas. Por ello, al ser evidentes las lagunas padecidas por el señor peña, cualquiera debe preguntarse si realmente el único de sus males estaba relacionado con el permanente disgusto de gobernar que le provocó el deterioro último. Los expertos en la materia, sencillamente, ven poco probable la relación entre el mal biliar y los obvios traspiés de las células grises que, insisto, no se le habían observado antes de llegar a la Presidencia, esto es después de su primera cita con el quirófano.
Lo cierto, en términos políticos, es que NO puede gobernar en estas condiciones y es necesario, por el bien del mandatario y el de la República, una licencia definitiva que permita al Congreso designar a un presidente substituto en tanto cubre la breve vacante el secretario de Gobernación. Es cosa de unos cuantos días, no se alarmen, pero definitorios para sopesar hasta dónde quiere llegar la ciudadanía para exigir a un mandatario que no devenga de partido alguno ni sea rehén de sus dirigencias. Entre la sociedad hay muchos talentos con sobrada capacidad. Mirémoslos a ellos y exijamos que no se nos vuelva a timar ni a tomar el pelo.
México, como propuso Luis Donaldo Colosio, quiere hablar.
Debate
El PRI parece estar suicidándose. Luego de que a su candidato a gobernador en Colima, José Ignacio Peralta Sánchez, se le adjudicó una diferencia de apenas quinientos veintisiete votos a su favor, su adversario, el panista Jorge Luis Preciado Rodríguez, quien ya regresó a la Cámara de Senadores para volver a liderar a su bancada, impugnó los resultados, demostró truculencias arcaicas y dijo que no cesará en su denuncia ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal. Por supuesto, no cabía esperar tanto tiempo sin su respectiva dieta.
Preciado tiene fama, en Colima, de no ser un personaje de fiar. Ha ganado mucho dinero por negocios fantasmas y se sabe aunque no es el único caso. En Colima –la tierra en donde se ha asesinado a un gobernador electo, a otro en funciones y a un ex gobernador-, se sabe bien que la simulación es la mejor arma para invertir. Pregúntenle al ex mandatario, Fernando Moreno Peña, el cacique rey, quien se apropió, entre otras cosas, de TODOS los terrenos colindantes con las obras de circunvalación por él emprendidas para luego venderlos a precios muy elevados, esto es con la plusvalía consiguiente. Y Mario Anguiano Moreno, el actual ejecutivo estatal, no puede responder, con convicción, sobre sus vínculos soterrados con los herederos poderosos del cártel de las metanfetaminas, cuyo padrino de mayor alcurnia es ernesto zedillo ponce de león.
Ahora, el PRI, tardíamente, pretende llevar las cosas al terreno judicial revelando el enriquecimiento inexplicable del panista Preciado Rodríguez. ¿Por qué no lo hizo antes de iniciar la campaña o durante ésta? ¿Sólo así, con una triquiñuela penal, puede defender el dudoso “triunfo” de su candidato Peralta Sánchez? Una vez más, la credibilidad del PRI está en la alcantarilla.
La Anécdota
En tiempos de Miguel Alemán Valdés, el mandatario enfermó y dejó de acudir a algunas actividades programadas en su agenda. Un reportero de la fuente preguntó sobre el estado de salud de éste a su secretario, Rogerio de la Selva Escoto. Indignado el subordinado atajó:
–Pero, ¿qué se cree muchachito?
–Nada, sólo pregunto si el señor presidente se encuentra bien…
–El presidente Alemán es un roble. Nunca se enferma ni padece nada. Punto final
Ello ocurrió allá por el año de 1950. Hemos retrocedido sesenta y cinco años.