*A Presionar Todos
*La Ilusión de peña
*Córdova debe Irse
Por Rafael Loret de Mola
Si hacemos cuentas sobre el abstencionismo real –sobre la lista inicial de 88 millones de empadronados-, los sufragios nulos y el 29 por ciento de las boletas cruzadas a favor del PRI –siempre se ha estimado que “el voto duro” de este partido debía situarse entre el 30 y el 35 por ciento, sobre una afluencia a las urnas del setenta por ciento de los ciudadanos con credenciales, por lo cual es evidente que tal va para abajo-, sólo uno entra cada diez mexicanos mayores de dieciocho votos apoyaron a la eufórica “mayoría” priísta cuyos repudiados aliados, el Verde y el PANAL, le entregan la mayoría absoluta de la próxima Cámara baja.
Esto es: claramente la composición de la Legislatura NO corresponde, de modo alguno, al sentido y línea de los sufragantes ni, mucho menos, al de la de la ciudadanía en conjunto que, absteniéndose o no, marcó pautas muy distintas: precisamente castigar al PRI, retirarle el registro al Verde por su intolerante rebeldía ante las leyes del juego y el árbitro electoral y finiquitar al partido creado por una cautiva, elba esther gordillo morales, cuyo primer “pacto” fue negociar su salida de prisión basándose en una acta de nacimiento que le otorga mayor edad a la considerada en una segunda inscripción en el Registro Civil y con la cual la “maestra” presumía tener tres años menos.
¿Para qué tanto entuerto y tanto revoltijo? Si los partidos otrora opositores ya crecieron lo suficiente –el PAN y el PRD aun cundo estén en una crisis de aglutinamiento-, y otro nuevos institutos comienzan su recorrido con una bancada considerable, como en el caso de la MORENA de Andrés Manuel, no existe razón para seguir simulando el pluralismo basado en la concesión de curules y escaños para situar en ellos a los representantes ya no populares sino de las dirigencias de la partidocracia. Esto, en sí, se separa de cualquier fórmula democrática para situarse en el linde de la desvergüenza y la autocracia.
Sabemos ya que en el Instituto Nacional Electoral –pronto podría modificar sus siglas sustituyendo la “ene” por una “eme”, de mexicano, siguiendo la secuela de los grandes cambios del organismo-, las riñas son frecuentes ante la presencia de una elite, denominada el G-5 –no sé de donde viene la manía, en muchos clubs y grupos de contertulios frecuentes, de exaltar a unos miembros sobre otros como si se tratara de seguir con el juego internacional sobre potencias y satélites-, que se inclina por favorecer al peñismo, y al PRI, por encima de cualquiera otra razón de existencia. En este punto están anclados para luchar contra las altas mareas de una oposición insaciable que pretende arrebatar en las mesas lo que no supo defender en las urnas. Pero, además, observamos cómo la distribución de posiciones de cargos de elección popular –es un decir-, se manosea a tal grado que un partido que gana curules de mayoría y una votación global mayor, es el caso de MORENA, se queda rezagado frente a otro de acompañamiento, el repelente Verde antiecológico y más bien escatológico, cuya alianza con el partido en el poder le redituó 41 curules –el número “mágico” para algunos-, sin el menor merecimiento y sin que la población conozca a quienes han surgido del clan familiar de los González Torres y otros arrimados en un auténtico de carrusel de sufragios. Las revolturas con las matemáticas políticas –el apellido es porque en esta línea la ciencia no es exacta-, dan al traste con cualquier intención de limpieza.
En fin, el golpe ha sido seco y rotundo; y la peor parte se observa en la penosa rendición de los medios de comunicación, salvo honrosas excepciones, que ocultaron las reacciones en buena parte de las entidades federales –no sólo en donde se renovaron gubernaturas-, atenaceadas por un amoral concepto del modelo, con tendencias a reafirmar los cacicazgos herencia de los antiguos caudillajes aldeanos, y la consiguiente represión de la voluntad general. Y así, tan sencillamente, se consumaron los hechos que para muchos, incluyendo a este columnista, son inaceptables e ilegítimos. Vivimos en la democracia de los “trust”, o de las mafias que es más o menos lo mismo.
Hace unos días conversé con mi colega y amigo, especialista en cuestiones electorales, Eduardo Huchim May, quien fue consejero en el IEDF por un periodo y se quedó como tratadista perenne del tema, siempre confiable por su honestidad, acerca del imperativo de suprimir de tajo las posiciones plurinominales o de representación proporcional considerando, precisamente, que tales han sido, hasta hoy, una especie de camuflaje para aparentar un pluralismo de escaparate sin pocas mercancías por exhibir. Si hay cuatro partidos ya capaces de ganar posiciones de mayoría, como se ha demostrado, ¿para qué extender a quinientos el número de diputados más los ciento veintiocho senadores cuyo periodo se consume en seis años y no en tres como los primeros, la primera grave confusión que se nos aparece. ¿Hay alguna razón de fondo para que unos cubran un periodo sexenal entero y otros sólo la mitad? No hay quien pueda responder a esta pregunta con solvencia salvo el lugar común de la renovación legislativa con “personajes frescos”… quienes, en muchos casos, llevan veinte o más años saltando de una curul a un escaño y viceversa. Pero siempre quedan, a lo largo, tres ciclos por cubrir.
Me sorprendió cuando Huchim me argumentó una posición que él consideró “radicalmente opuesta”:
–Estimo que todas las diputaciones y senadurías deberían ser de representación proporcional, suprimiendo las de minoría. No me importa el número –pueden ser trescientas, cortando de tajo a doscientas-, sino que la ciudadanía elija entre una lista a quienes consideren mejores y sobre los votos porcentuales obtenidos por cada partido se determinaría cada posición legislativa.
Me recordó, un poco, a la propuesta de Carlos Castillo Peraza, cuando mantenía derecho de picaporte entre los gobiernos priístas siendo el icono intelectual del panismo, acerca de que debiera otorgarse al partido que obtuviese el treinta por ciento o más de los sufragios la posibilidad de integrar una mayoría absoluta y dar con ello señas de gobernabilidad.
–De acuerdo a las matemáticas elementales –le dije- cabría la posibilidad de que tres partidos obtuvieran, por ejemplo, el 33 por ciento. ¿Cómo se integrarían sendas mayorías en las Cámaras?
Sin sorprenderse gran cosa, ni mirarme –siempre escondía la vista para no medir a sus interlocutores ni medirse él-, me respondió, sereno:
–En México… falta mucho para que la política responda a una ciencia exacta.
Una velada aceptación de que la vía siempre sería fraudulenta a través de mil negociaciones en el camino hacia el poder. Luego, en el 2000, cuando al fin un panista, que ya no lo es, llegó a la Presidencia, dejó a su partido y se fue a morir a Bonn. Las contradicciones también estaban en él.
Discutimos con Huchim pero coincidí con él en un punto: sea como fuese no era correcto que prevalecieran los dos modelos, el de mayoría y el de representación proporcional; y otro más, tampoco debían quedarse las cosas en el actual punto muerto, deleznable, con una composición marcada por las conveniencias de la cúpula y no los designios del electorado ni, mucho menos, los de la sociedad en general.
Me inclinó por volver a privilegiar las diputaciones de mayoría y volver a considerar al Senado como la representación de las entidades del país: dos por cada una y no los pegostes subsecuentes que suelen ser quienes señalan las líneas de la partidocracia separándose de los intereses sociales. Ya está bien que nos vean las caras unos cuantos vividores del presupuesto. Personajes, como el pederasta Emilio gamboa, llevan más de tres décadas saltando de sillón en sillón; y lo mismo puede decirse de Manlio Fabio Beltrones, quien se ha puesto en la silla del sube y baja como contrapeso peñista y propósitos de encabezar a un PRI sin rumbo pero representando él a las viejas mafias de vividores y sinvergüenzas, aun cuando en el fondo hace cuanto puede para procurar una riña institucional con el mandatario para que éste salte del barco.
Debate
En el colmo del cinismo, el señor peña aduce que las conquistas del PRI en las recientes elecciones se deben al buen manejo de la economía del gobierno federal. Un argumento que, por cierto, ya escuchamos en las voces de fox y calderón lo cual ratifica nuestra versión sobre el continuismo de la derecha en el poder sin distinción de siglas y colores partidistas.
Lo triste de la propaganda oficial es la ausencia de memoria para observar que los argumentos no varían en cada sexenio y ni siquiera los formatos presentan alguna diferencia a pesar de los muchos millones que se gastan en asesores… catalanes, colombianos, estadounidenses, argentinos y chilenos. Los contratantes mexicanos los observan como seres extraterrestres capaces de realizar “milagros” aplicando lo que ya sabemos de sobra.
Por ello, claro, el señor peña no se sale del cartabón ni por el hecho de que se avizoran tempestades contra nuestra endeble y dependiente economía, hecha trizas, literalmente, por luis videgaray caso, al grado de que los grandes empresarios, digamos Carlos Slim Helú, tienen una voz y presencia mucho mayor en los foros internacionales ante un reducido, apocado, torpe y, para colmo, supuestamente “presidenciable”, secretario de Hacienda.
Pero, en definitiva, es bastante peor en conocimiento de la geopolítica universal –materia que seguro reprobaría estrepitosamente-, el señor peña a quien tanto se le dificulta recordar el nombre de las entidades federales y sus capitales que cualquier escolapio recita de manera automática. Ya me convencieron los maestros rebeldes de la Coordinadora: también los funcionarios incultos deberían ser evaluados aunque una cosa no fuese paralela a la otra.
El hecho es que el recordatorio sobre la economía, como suele ocurrirle a peña, vino en el peor momento: cuando la volatilidad del peso y la caída del poder adquisitivo presagian la llegada de un poderoso tornado desde los Estados Unidos. Sí, a la vista de otra crisis financiera estructural, el mandatario que despierta con los ojos cerrados considera que la estabilidad económica es garante de la composición política ad hoc. Las simulaciones ya llegaron demasiado lejos.
La Anécdota
Ningún otro presidente consejero del Instituto Electoral –sea Federal o Nacional-, había sido tan repudiado, sobre todo por su exaltación racista y su servidumbre priísta, que Lorenzo Córdova Vianello. No nos olvidemos de él; prometo que yo no lo haré hasta verlo separándose del organismo al que infamó restándole toda fuerza moral y degradando los comicios de 2015 aunque no hubiese los escándalos que muchos esperábamos. ¿O los hubo y los ocultaron? Más bien lo segundo con la complacencia de los partidos políticos, incluyendo los miembros de la MORENA de López Obrador, más preocupados en sus posiciones que en los intereses generales.
La basura debe estar en su lugar, rezaba un viejo mensaje para tratar de “educar” a los mexicanos. Pero en materia política faltan los contenedores y la reacción más vigorosa de la ciudadanía. Esperemos.