- La resolución por parte del Ministerio de Cultura y Juventud de Costa Rica consideró que el libro La otra mitad de mi diferencia pretende calar en el nivel de conciencia social y sensibilización sobre una importante temática social, como lo es la desigualdad de géneros.
- El libro posee el valor agregado de que Carlos Díaz Chavarría es el primer autor costarricense en escribir un poemario netamente dedicado a la reivindicación femenina con un alto grado de denuncia, reclamo, libertad y solidaridad entre mujeres y hombres.
Sergio Martínez Segura
Periodista / UCR
Para CONAPE Internacional
Fotos: Cortesía de Carlos Díaz
El poemario La otra mitad de mi diferencia, del destacado escritor, filólogo, comentarista del programa radial Panorama, académico, presentador de televisión y director cultural de Prensamérica Internacional, Carlos Díaz Chavarría, fue declarado Libro de Interés Público por la señora ministra de Cultura y Juventud, Elizabeth Fonseca Corrales, bajo la Resolución Administrativa No. DM-239-2014; esto de conformidad con lo establecido en la Ley No. 6683 de Derechos de Autor y Derechos Conexos.
Valga destacar que La otra mitad de mi diferencia versa sobre poesía de género. A través del poemario se percibe un cuestionamiento de la discriminación vivida por el sector femenino a partir de esquemas patriarcales; un reclamo también a las mujeres quienes han sido cómplices de perpetuar el machismo; un reconocimiento a todas aquellas quienes, desde diferentes trincheras, han brindado sus luchas y compromisos para romper esquemas opresores; un cuestionamiento de los roles impuestos socialmente para hombres y mujeres; una exaltación a la liberación femenina y a todos aquellos hombres solidarios con la causa de género, y concluye con versos en donde se incentiva un diálogo, una sana convivencia, una concertación, una negociación, el diálogo entre mujeres y hombres, más allá de un desencuentro de géneros para la realización de una sociedad más equitativa y humanista.
En ese sentido el libro posee el valor agregado de que Carlos Díaz Chavarría es el primer autor costarricense en escribir un poemario netamente dedicado a la reivindicación femenina con un alto grado de denuncia, reclamo, libertad y solidaridad entre mujeres y hombres. También el libro ha sido galardonado con el Premio Aporte Artístico Cultural de Género por la Asociación feminista Storni de Chile y recibió el Turpial de Oro por la Sociedad venezolana de Arte Internacional. Además de haber sido utilizado como material de investigación de una tesis doctoral en España y un recital musicalizado en México.
La resolución por parte del Ministerio de Cultura y Juventud consideró que “el libro La otra mitad de mi diferencia pretende calar en el nivel de conciencia social y sensibilización sobre una importante temática social, como lo es la desigualdad de géneros, al cual pese a venirse dando desde hace tantos años, sigue siendo de gran actualidad”.
En este sentido la premio Magón 2013, Yadira Calvo Fajardo, expresó que: “en La otra mitad de mi diferencia se siente una sensibilidad muy fina y delicada hacia lo que significa ser mujer en esta sociedad machista, y una reivindicación de la feminidad que muy pocas veces encontramos en autores masculinos. Al mismo tiempo se encuentra una valiosa vena de reivindicación del erotismo femenino, muy provocadora, muy en rebeldía contra los viejos esquemas y estereotipos patriarcales”.
Además la ministra Fonseca expresó en la resolución que “este libro pretende fomentar el pensamiento crítico y creativo en la sociedad costarricense, en especial muy conveniente para que las nuevas generaciones convivan más libres de prejuicios y estereotipos”. Y enfatiza en que “este texto pretende ser de interés no solo para quienes comulgan con el feminismo, sino también, para todas las personas y organizaciones preocupadas por os procesos de democratización y de una cultura más sensible. Las lectoras y los lectores encontrarán en este texto una reflexión literaria-social muy pertinente para el momento histórico de cambio por el que atraviesa Costa Rica”.
Ante tal resolución, el escritor Carlos Díaz Chavarría manifestó: “La verdad no soy de quienes andan por ahí buscando reconocimientos, siento que los mayores logros que ha alcanzado La otra mitad de mi diferencia han sido la exagerada promoción que ha tenido (más de 270 espacios, tanto nacionales como internacionales, lo han publicitado); la gran cantidad de comentarios positivos por parte de los lectores y de críticos y, especialmente, el haber tenido la oportunidad de escribir un libro donde le rindo un reconocimiento a esas mujeres quienes han sido parte fundamental de mi vida, pero no niego que la declaratoria me brinda muchísimo gozo. Es realmente un orgullo recibir tal distinción, máxime que muchos escritores se quejan de que en Costa Rica no se les da el reconocimiento debido. En este sentido, de alguna manera es un reconocimiento a una labor literaria de empeño, compromiso, estudio y mucha pasión; además de que significa un gran compromiso de tratar de seguir haciendo trabajos de calidad y, en la medida de las posibilidades, de trascendencia social, no solo de estética-literaria. Me encanta el haber podido colocar un grano de arena en mi país en relación con la temática de género”.
Sin duda este libro marca un hito en la literatura costarricense ya que, tal y como lo señala el escritor y académico chileno, Gonzalo Maire, “La otra mitad de mi diferencia es un libro fundacional de la poesía de género costarricense. Más aún, el lugar de su especificidad es la de una poesía feminista, contestataria, escéptica y primera resistencia reivindicatoria de la mujer desde el verso de un poeta, y así tal cual, en masculino. Su espesura reflexiva ha germinado de la mano de una pluma denunciante de la violencia histórica contra las mujeres. “La otra mitad de mi diferencia” es un espacio reflexivo inaugural de la poesía feminista costarricense –y por qué no decir de paso, hispanoamericana- que coloca a contrapelo la cuestión del motivo y el discurso de lo femenino en el acto poético, así también a las redes que otorgan su estructuración histórica. De otra parte, en Carlos Chavarría la poesía feminista desenmascara la visión androcentrista del lector inocente, y pica con su propia lanza el patriarcado del poeta”.
Aunado con lo anterior el crítico Manuel Bermúdez, del Semanario Universidad de la Universidad de Costa Rica, expresa: “En este conjunto de poesías, Carlos Díaz Chavarría confiesa su amor ilimitado por lo femenino. Rasga lo aparente para dejar ver un sentido profundo de su propio ser. La otra mitad de mi diferencia es una declaración de amor y un reconocimiento en su propio ser de la feminidad. El autor deja ver su exaltada pasión, reclama y exhorta. Apunta y dispara, una y otra vez, contra el sometimiento de la mujer en sus múltiples formas. Clama por una voz silenciada, por una sensibilidad negada, por lo femenino liberado del mito de su pasividad. Ciertamente es un libro poco común por la franqueza con que el autor expone su propuesta”.
Por ello, como el mismo Díaz lo ha indicado, el libro se convierte en una exquisita excusa para hacerle un homenaje a algunas mujeres quienes, nacional o internacionalmente, han dejado una huella imborrable en las páginas de la historia, y de su propia historia, como la primera presidenta de la Asamblea Legislativa de Costa Rica Rose Marie Karpinsky Dodero, la exministra de Cultura Marina Volio Brenes, la escritora y Premio Magón Yadira Calvo Fajardo, la insigne Teresa de Calcuta, la reconocida cantante Amanda Miguel y, por supuesto, su amada madre Liliana Chavarría Brenes, a quien, por cierto, le dedicó el poemario por ser, de acuerdo con las palabras del autor, la savia que ha alimentado su existencia.
Además constituye también un homenaje a esas mujeres anónimas, madres, esposas, abuelas, hijas, amigas, compañeras…, quienes, diariamente, manifiestan su talento en la construcción de una sociedad más sana y próspera, porque muchas de ellas, definitivamente, han sido parte fundamental en la construcción de nuestra identidad individual y social. Quienes, diariamente, han esculpido, o siguen esculpiendo, la maravillosa obra de nuestras vidas.
Ante todo este panorama, se puede establecer que el poemario La otra mitad de mi diferencia no es solo un libro para dignificar a las mujeres, también es para hombres sensibles quienes deseen sentirse plenos en su capacidad humana; para jóvenes y niños para que perfilen el rol que como adultos tendrán en la búsqueda de una sana convivencia más allá de los estereotipos de género; en general, La otra mitad de mi diferencia es un libro que busca llevar al lector no solo a sentir la temática expuesta sino a pensar, a cuestionar, aportar y a buscar una sociedad más pensante, sensible y humanista.
Entre sus proyectos futuros, Carlos Díaz Chavarría expresó que en la parte literaria su próximo libro será una serie de ensayos sobre temas que ya he abordado u otros que no lo he hecho tanto como el religioso o económico, pero de una manera más desarrollada, más extensa, pues el periódico y la Radio tienen, por asuntos de espacio y tiempo respectivamente, ciertos límites. A lo mejor dentro de un año y medio, o dos, ya esté publicado, lo ha postergado debido al gran éxito y constancia de su reciente libro La otra mita de mi diferencia pues no le gusta solo publicar por publicar, sino tratar de explotar –en el buen sentido de la palabra- el libro, es decir, darle la mayor promoción que se pueda.
En lo que respecta a su profesión como filólogo, está muy concentrado en las secciones de televisión y radio que tiene a cargo donde, precisamente, comparte valiosa información de cómo hacer un uso correcto del español. Y el gran reto, en general, es continuar y permanecer en la escritura, en su vocación, en su existencia…, creciendo y mejorando diariamente…
Se puede contactar al escritor al correo: carlosdicha29@gmail.com, visitar el blog: www.laotramitaddemidiferenciablogspot.com o en el Facebook como Carlos Díaz Chavarría.
Algunos de los poemas que dieron sustento a la declaratoria de La otra mitad de mi diferencia como Libro de Interés Público son:
No más tradición
Rompamos ya esta nefasta tradición
de ser parte de ese orbe adueñado
de conquistas e intelectos,
conquistador de la lógica
y arcano marcando territorios…
¿Para qué saberme sujeto universal de poderío?…,
señor absoluto del lenguaje y la gramática,
con la libertad sexual en las venas,
profeta de castrantes discursos preestablecidos,
ordenador y formador del pensamiento,
creador de lo propio y ajeno,
¡con la mano bautismal de la historia!…
Tradición de inventores,
genios de la literatura de primer orden,
exclusivos creadores de la tecnología,
dueños,
magistralmente,
de femeninas propiedades,
abanderado
por totalitarias presencias,
de firmas fálicas
y cánones en cada esquina,
en este orbe con olor a masculino:
En el ágora,
en la academia,
en la política,
en el Congreso,
en la Ciencia,
en la Iglesia,
en el hogar,
en el lecho…,
con leyes,
ideas,
máquinas,
costumbres,
voces,
líneas y armas para triunfar…,
en donde no se ha dejado
de hablar, oír, y escribir,
para hacer sentir sus presencias
como jueces de la exclusión
y creadores de mitos opresores…
¡No!,
no quiero ser parte de esta creación
hasta que reconozcan tu marca en la historia,
hasta que te visibilicen,
y sí se atrevan a nombrarte,
y sí te reconozcan,
sexuada,
erudita,
indómita,
humana,
mujer…
¡Cotidianamente imprescindible!…
Lecturas patriarcales
Me han acostumbrado a leerte en binómicos esquemas,
en donde tu ser se pudre cada vez que vocifera tu alma…,
Pacos y Lolas de verdugos vestigios
que con grilletes de neuronas censuran nuestra inteligencia,
y te idealizan tan simple e inerte,
ahogada en la profundidad de la sandez,
demoliendo tu historia en triviales personajes de cenicientas,
cual reina de aquelarres cotidianos,
barriendo ardores y aspiraciones,
sumergida en versículos patriarcales y lenguajes opresores,
con el sello de santa, ramera o demonio,
sujeta a los sexistas exilios de la voz…
¡Que no nos perturbe la desidia de ese gozo patriarcal!
¡Suficiente!
Hoy quien te lo reclama es mi piel de hombre
despojada de tanta vetusta dictadura masculina…
Crecientes voces de luna
Sé que me faltan poemas que acallen mis incongruencias,
ni tengo en mis palmas los homenajes de lunas que te reivindiquen mujer,
carezco de esos prodigiosos rituales de corazones enardecidos
en donde se escuche el silencio de tus mares y bosques
y me trasporten a lo más furtivo de tus revoluciones…,
mas poseo este canto compasivo de dolores y denuncias,
una especie de verosimilitud de mis pálpitos,
que en cada línea desborda mi espíritu entre sinfónicos unicornios
y me acercan más a mis diferencias,
en este océano de insubordinaciones,
sin que me apene el miedo a mis debilidades,
pues me fortalezco en la humanidad de tus impulsos
para romper los silencios que me han deshonrado
y complacerme con cada una de esas sangres
que han transitado por el litigante vibrar de mis pupilas…
Mi escenario es innegable:
¡No me imagino sin tus crecientes voces de luna!
Piel de luna llena
Como el aire desenfrenado me estremece
el verte danzar entre estas peñas libres de ataduras,
inmensa,
como huracán de altivo paso,
presumiendo tu piel de luna llena,
echada a andar
con la preñez de conocimiento y emociones…
Tan trasgresora,
no señora con ajenos apellidos,
¡sin ser llamada “mujer de alguien”!,
braceando por las calles sin dueños,
¡ni de dioses ni de diablos!,
escabullendo las procesiones de silencios,
con el escandaloso jadeo de tu identidad desnuda,
tan engalanada de agua, tierra, fuego y aire…
Tan auténtica,
con el sol creciendo entre tus venas,
cual hoguera de sexual inspiración,
cual hechicera de reconquistas,
animal racional de pasiones,
con el fresco de tu clítoris abierto al bullicio,
con la palabra “virgen” bajo el zapato,
y trasgresora de etiquetas…
¡Estás en donde tu sexo te provoca mujer!
¡Más vale acostumbrarse!
Sin tapujos ni etiquetas
Me fascina ser este hombre,
para encontrarme inquebrantable
en la inmensidad de mis diferencias,
con un pene que no me destine ni encadene,
con la piel henchida de ternura en mis ojos,
para saberme más humano,
no dueño, no amo, patriarca o tirano,
exquisitamente sensible,
capaz de transitar espontáneamente
sobre los senderos de tus sigilos
con el tesón de mis turbaciones.
Ser este hombre,
con las huellas efervescentes de debilidades,
palpitando con el gen de las incongruencias
en cada estación de mis espermas,
con la mirada diáfana del alma,
sin buscar a secas la carne altiva de tu espíritu,
sin los encadenamientos de los golpes,
sin la letal costumbre de los celos,
sin justificar inferioridades en insultos,
sin miedo a tus inteligencias,
los convencionalismos,
sin temor a los rosados o a los besos,
sin buscar perpetuar apellidos,
sin huir de escobas, ollas o limpiones…
Sencillamente así,
hombre versado de tus carestías,
centinela de tus luchas y caídas,
seguro de mi sexo,
guerrillero contra quien pregone tus sometimientos,
con mis pechos abiertos para descansar nuestras profundidades,
y con los prejuicios arrinconados en el lecho…
Me embriaga ser este hombre de perceptiva envestidura,
inquisidor absoluto del “macho”,
con ese sexto sentido en la sangre que nos anuncie;
ser el compañero quien aprenda a volar en tu vientre
y escriba versos en tus pupilas en ciernes,
con mi mano en la tuya para que me guiés,
cimentando amaneceres y desflorando trivialidades,
erizando los nocturnales encuentros de nuestros revoloteos…
Hombre, sencillamente,
pisoteando siglos de opresión fálica,
incinerando soeces piropos y atisbos lascivos
con las cenizas enérgicas de las hogueras entre mis dedos,
en donde tantas veces te han intentado quemarte;
amante de tus enigmáticas resignaciones y revoluciones,
contigo en la trinchera esperando nuestro turno,
únicos, inmersos en la diferencia,
pregonando la más profana y consagrada de nuestras alianzas,
con las victorias entre nuestros labios,
hombre frente a vos, mujer,
viviendo en libertad,
sin tapujos ni etiquetas,
con el constante oscilar de nuestros renacimientos
cada quien, en sus manos,
con la otra mitad de nuestras diferencias…
¡Nombrarte mujer!
Huellas de diferencias,
de escrituras no lineales;
alfas y omegas de canto a vagina,
de clamor a pecho
y labios veraniegos;
de indómitos gestos,
profanadoras voces
y pensamientos de aporías…,
Con tus estigmas:
madre,
esposa,
pathos,
noche,
corazón…,
¿qué esperás para romper las cadenas?…,
y simplemente,
nombrarte mujer…
Femenino carácter de la noche
¿Por qué te llenás macho la boca de autoridad
sustentando tus travesías sobre ecos con grilletes,
haciendo de tu falo el eterno instigador de mordazas,
forjando tu puño en flagelo de blasfemias y escarnios?…
¿No te das cuenta de que al pisotear estas cotidianas miradas
están mancillando sangre de tu sangre?…
Sí, soy de tu género,
y hombre también por elección,
mas me libero de quienes pregonan sepulcrales pensamientos,
y prefiero también creer en el femenino carácter de la noche,
en donde esas profundas caracolas, aguas y tierras irrigan mis carencias,
como copas extasiadas de pasión e intelecto,
embriagándome en lo femenino de mi naturaleza hermanada …
¡Porque mi carne sin su carne no es nada!…
¡Porque mi arte sin su arte sucumbe!
¡Porque mi protesta sin la suya se empequeñece!…
Así de simples y definitivas, mujer,
son tus marejadas en mis arrecifes…