Por Macario Ramos Chávez / Enviado especial de CONAPE Internacional
Morelia, Michoacán.- La visita del Papa Francisco en Morelia, logró cimbrar las conciencias de religiosas, les invitó a no caer en la tentación, invitó a los jóvenes a no dejarse caer y durante su recorrido por la capital michoacana, el representante de Cristo, recibió miles y miles de muestras de cariño.
En el Estadio Venustiano Carranza durante su homilía dijo ante más de 20 mil sacerdotes, consagrados y seminaristas, dijo “dime cómo rezas y te diré cómo vives, dime cómo vives y te diré cómo rezas” y los invitó a reflexionar sobre la importancia de la vida consagrada.
Durante un momento se paró a rezar ante la “Virgen María de la Salud”, patrona de la Arquidiócesis de Morelia y del Estado de Michoacán.
En la misa, el Papa Francisco mencionó cómo Jesús quiso introducir a los suyos en el misterio de la Vida, en el misterio de su vida, invitándolos a compartir su vida estando con él. Dijo que en Jesús la expresión «Padre Nuestro» “no tiene el gustillo de la rutina o de la repetición, al contrario, tiene sabor a vida, a experiencia, a autenticidad. Él supo vivir rezando y rezar viviendo, diciendo: «Padre nuestro»”. “¿Qué es la misión sino decir con nuestra vida: «Padre nuestro»?”, añadió más adelante.
El Papa Francisco, mencionó que cuando los seminaristas le preguntaban cómo tener una oración más profunda él les contestaba: “seguir rezando como te enseñaron en tu casa, y después poco a poco tu oración irá creciendo como tu vida fue creciendo, a rezar se aprende como en la vida Jesús quiso introducir a los suyos en el misterio de la vida, en el misterio de su vida”.
El Sumo Pontífice pidió a los presentes no dejarse caer en la tentación, y preguntó:
La tentación, dijo, se podría resumir en “una de las armas preferidas del demonio, la resignación”. “Una resignación que nos paraliza y nos impide no sólo caminar, sino también hacer camino; una resignación que no sólo nos atemoriza, sino que nos atrinchera en nuestras sacristías y aparentes seguridades; una resignación que no sólo es hacer experiencia de ese amor misericordioso del Padre en nuestra vida, en nuestra historia… no queremos ser funcionarios de lo divino, no somos ni queremos ser nunca empleados de la empresa de Dios, porque somos invitados a participar de su vida, somos invitados a introducirnos en su corazón, un corazón que reza y vive diciendo: «Padre nuestro»”, dijo.
Miles de jóvenes habían esperado al Papa Francisco al exterior del estadio Morelos en la capital michoacana.
Más de 90 mil asistentes originarios de toda la República se congregaron para recibir a Su Santidad Francisco, quien fue acompañado por obispos y cardenales.
96 jóvenes de diferentes estados del país vestidos con trajes típicos de su región, portaron las banderas de las diferentes diócesis de México.
Después de escuchar los mensajes de los jóvenes, el Papa se dirigió a ellos diciendo que “uno de los mayores tesoros de esta tierra mexicana tiene rostro joven, son sus jóvenes. Sí, son ustedes la riqueza de esta tierra. Y no dije la esperanza de esta tierra, dije: su riqueza”.
De igual manera, habló sobre las amenazas hacia la esperanza, las cuales son: la desvalorización, cuando nos sentimos menos importantes y basar lo valioso en el dinero y creer que eso es felicidad.
Enfatizó también en tres palabras: riqueza, esperanza y dignidad, como una forma de vida e hizo un llamado a que cuando todo pareciera pesado, no soltáramos la mano de Jesucristo y dijo enfático: la solución no es el narcotráfico.
Posteriormente el sumo pontífice entonó junto a los jóvenes la canción “Vive Jesús”, para continuar bendiciendo y entregando la Cruz de la Misión que caminará por toda la República.
Finalmente en un ambiente muy colorido y lleno de alegría terminó su visita, rezando, bendiciendo a los presentes y pidiendo una vez más orar por él.
Cabe destacar que el Papa Francisco, fue recibido en el Aeropuerto Francisco J. Mújica, por el Gobernador del Estado, Silvano Aureoles Conejo y durante el recorrido por 18 kilómetros, el Papa Francisco gozó del cálido recibimiento de los michoacanos.