Por William Hundelshauseen Carretero
Cartagena y el departamento de Bolívar son extremadamente excluyentes. Basta una mirada desprevenida a los listados de desigualdad para darse cuenta que en cuanto a ingresos, tierras, servicios estatales y muchas otras estadísticas las brechas son enormes. No es extraño entonces que la exclusión haya sido una de las causas más citadas en las pasadas elecciones regionales que vociferaron que: “ahora si llego el cambio”. Pero la realidad es más compleja que eso y se repite la misma historia con nuevos protagonistas. Comencemos por La ficción de la moral. Desde siempre, los seres humanos han hecho actos buenos y actos malos. Cuando un individuo ejecuta una buena acción puede, desde su interior, preguntarse si lo que ha hecho es bueno o es malo, pero quien ejecuta una mala acción inconscientemente, puede también considerar que el acto que ha realizado es bueno porque se adapta a las costumbres del resto de la sociedad donde se desenvuelve. Pero la Moral ha cambiado en la sociedad. La clase política que ha dominado sobre el elector, como fuente de vida para su sustento, ha impuesto su moral y ha logrado que la clase avasallada, con su carga de necesidades, piense y actúe según los deseos de la clase social que los subyuga. Las costumbres morales han atravesado la historia perdurando en el tiempo, o como se le puede llamar a una persona que en las posiciones que ha ocupado se ha visto cuestionada su administración y en cambio es premiado con un alto cargo en la administración departamental, me refiero al ingeniero Enrique Chartuni, que fue cuestionado y detenido cuando ejercía como gerente de las extintas Empresas Publicas de Cartagena, siendo alcalde Gabriel Antonio García, posteriormente siendo Secretario de Infraestructura del Distrito le abren un proceso en el Juzgado Tercero Penal del Circuito por el presunto delito de celebración de contrato sin cumplimiento de requisitos legales, de la cual como se recordará, el fiscal Lora dictó medida de aseguramiento contra él y los exalcaldes Carlos Díaz y Alberto Barboza; nuevamente cuando fungía como Gerente de Transcaribe, le dictan medida de aseguramiento privativa de la libertad, de tipo domiciliaria, decisión del Juez de Garantías, por un presunto delito de peculado y celebración indebida de contratos en la compra de unas tierras que al parecer eran espacio público. Durante la detención permaneció en su domicilio, con brazalete, bajo vigilancia del Inpec. El Fiscal 16 para los delitos contra la administración pública, Álvaro Hernández Pianeta, imputó los cargos, y apeló para requerir la detención intramural. Esto por encima es la secuencia de múltiples delitos que se han cometidos en la administración de los cargos donde se ha desempeñado, la cual me resisto a creer que haya tenido la habilidad de engañar a las autoridades demostrando su inocencia o es un perseguido por la clase politiquera para no dejarlo avanzar profesionalmente y le imputan cargos que él jamás pensó cometer. Es tal la generalización de la corrupción a que llegó la clase dirigente, no solo con este caso sino que cada día amanece con nuevos personajes investigados o encarcelados por fallos emitidos por las IAS, acusados de haber cometido un delito, aunque posteriormente salgan victoriosos, muy a pesar que la irregularidad cometida SI coexistió; como La compra de 816 metros cuadrados de tierra, a la empresa Cicón S.A., por $1.244 millones de pesos, siendo un espacio de uso público, el predio, ubicado en el barrio La Providencia, también fue comprado por Transcaribe para ejecutar las obras trazadas por el proyecto en esa zona y por lo menos cuatro compras más de espacio público. Así, se trataría de más de 1.500 metros cuadrados comprados por Transcaribe a Cicón y otros particulares. De esta manera queda un conglomerado completamente desorientado ante la deformación de la información canalizada con afanes mercantilistas que defienden ingresos sin velar por los intereses de la comunidad logrando que los corruptos sean los que no se avergüenzan de obtener algo que no merecen y la corrupción es un fenómeno esencialmente asociado al ejercicio del poder, con leyes que ellos mismos inventaron o hicieron para salir gentiles y declararse perseguidos políticos, quizás es el efecto más pernicioso de la corrupción, ese falseamiento del sistema democrático y un clima de desconcierto en la sociedad que observa cómo su funcionamiento diario gira en torno a escándalos, abusos, y en general conductas que distan mucho de la gestión eficaz, generando de esta manera una situación de caos en la que se hace muy difícil identificar al culpable y darle su correspondiente castigo. Porque, LA CORRUPCIÓN ES UN FENÓMENO ASOCIADO AL EJERCICIO DEL PODER