Una cita bíblica de Juan narra que Jesús al hablar a los judíos que habían creído en él, les dijo: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”.
Y esto muestra una forma de vida en virtud; la cual se complementa al observar y actuar conforme a nuestros valores.
De tal manera que la riqueza de la congruencia de nuestras acciones con nuestras convicciones genera una vida ideal acorde a los principios familiares en que fuimos educados.
Lo contrario a ello, difícilmente generara el bienestar anhelado para nosotros o para quienes amamos.
Conforme crecemos ya sea por intereses, comodidad, necesidad o circunstancias, existe la posibilidad de actuar excepcionalmente de una forma distinta a como fuimos educados en familia; desafortunadamente, la excepción puede convertirse en regla y con ello, la persona puede acostumbrarse a vivir de esa manera.
El amor que era el valor máximo que nos enseñaban en familia de repente se deteriora y pasa a ser sustituido por algo distinto: odio, envidia, mentira, etcétera.
Los aspectos negativos o distractores lo único que hacen y fomentan es que nos desviemos de nuestros valores y actuemos por intereses que pueden ser contrarios al ideal para el que fuimos educados.
De tal manera que entramos a un oscurantismo en nuestro actuar; influenciados o llenos de amargura, remordimiento y rencor por lo que se ha hecho o no pudo lograrse, o bien, por lo que son o han hecho otros. Lastimosamente, con ello también se genera una incomodidad, hostilidad o rencor hacia nosotros mismos o a otros.
Conforme se acumulan elementos negativos en nuestro ser, transformamos nuestra esencia y actuamos de manera distinta a como pensamos. Los valores que eran la piedra angular de nuestro actuar pasan a sustituirse por intereses de satisfacción mediata.
Ahora ya no buscamos cumplir con los principios sino basta con lastimar o afectar al otro. “No me importa que pase “x”, siempre que al otro le suceda “y”.
De repente la alegría se logra al ofender o causar un daño a otro, sin realmente buscar un beneficio real.
De tal manera que la frustración, rencor, angustia, molestia, entre otros elementos negativos se van convirtiendo en una forma de ser y desafortunadamente, quien logra avivarlos de repente se convierte en su líder, su gran manipulador.
Ahora ya no importa lo debido o correcto, lo que importa es destruir o mancillar a quien parezca merecerlo; en muchas ocasiones, sin importar lo que implique.
La justicia, la paz, el bien común pasan a ser desplazados por el daño, burla o escarnio que satisfaga los bajos instintos de quienes los tengan.
El motor que representaba el amor ahora pasa a ser sustituido por el odio sin importar las consecuencias que ello signifique.
LA PERDICIÓN COMO FORMA DE VIDA.
Lo que en su momento tuvo valor de repente pasa a ser mundano y sólo importa que todos estén igual de mal, de marginados o sin sueños. Si se mejora no será por el esfuerzo propio sino por una ayuda de un tercero o una situación ajena.
Ante ello, vale la pena preguntar … ¿y ahora quién soy?, ¿en qué me he convertido?
Es muy difícil encontrar una respuesta si no hay interés de cuestionar. Peor escenario se presenta si por cada solución tenemos un problema.
Reflexionar es pensar en algo, analizarlo, comprenderlo y estar en posibilidad de tomar una decisión en función de lo que realmente somos.
La madurez nos lleva a reflexionar en las acciones de valía en nuestra vida, rehuir a ello, sólo nos lleva a perder eventualmente nuestro objetivo.
NO HAY PEOR CIEGO QUE EL QUE NO QUIERE VER.
Entrar y permanecer en ese lado oscuro no implica ningún razonamiento o esfuerzo, basta dejarse arrastrar e incrementar el resentimiento que carcome los principios.
No debe tener mayor dificultad estar así; con esa visión destructiva y ese hábito maldiciente. Es fácil culpar a los demás por lo que no soy o lo que no tengo; lo difícil es reflexionar que me ha llevado ahí y actuar en consecuencia.
Ser una persona de valía es actuar de acuerdo con los valores.
Si no quiero ver lo que soy o en lo que me he convertido, nunca sabré si mi forma de actuar es buena o mala y con ello, no tendrá importancia analizar mi proceder; no obstante, si realmente deseo crecer y madurar, valdrá la pena reflexionar sobre quien soy y mi actuar. ¡Vivir con objetivos implica esfuerzo y disciplina!
LA CLAVE DE SER UNA MEJOR PERSONA ESTÁ EN TI.
No hay necesidad de actos de magia para creer que de la nada algo surgirá y cambiará la vida. Reflexiona sobre lo que haces y lo que aportas y ahí encontrarás la respuesta a tu ser y tu pensar.
Nadie ha dicho que la vida es fácil pero la clave para lograr triunfar está en función de las metas, valores y sueños de cada uno; vivir en función a odios y rencores no es vivir.
La vida es sólo una y a veces nos olvidamos de ello y por una situación desafortunada, una mala experiencia o un resultado no deseado cambiamos nuestros sueños por pesadillas.
¡Vivamos de tal manera que a pesar de los inconvenientes nuestros principios y sueños nos lleven al objetivo deseado!
¡Dejemos atrás las frustraciones, odios y rencores que sólo nos distraen de nuestro camino!
¡VIVAMOS DISFRUTANDO EL CAMINO!
¡NUESTRA META ES SER FELICES Y HACER FELICES A QUIENES AMAMOS!