GINEBRA (27 de agosto de 2020) – La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, instó el jueves a la Organización de Estados Americanos (OEA) a tomar medidas inmediatas que pongan fin a su impase con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) respecto a la dirección ejecutiva de la Comisión, subrayando la importancia de garantizar que la reconocida independencia, autonomía y eficacia de la CIDH no se vean minadas.
El mandato del actual Secretario Ejecutivo de la CIDH, Paulo Abrão, expiró oficialmente el 15 de agosto, después de que el Secretario General de la OEA declinó renovarlo por cuatro años más, tal y como fue solicitado unánimemente por los siete Comisionados de la CIDH el pasado mes de enero. Bachelet instó al Secretario General de la OEA, Luis Almagro, y a la Comisión Interamericana a actuar de acuerdo con sus declaraciones de que resolverían el diferendo a través del diálogo.
“La Comisión Interamericana es un órgano imparcial muy eficaz y de gran confianza, cuya labor es sumamente apreciada”, dijo Bachelet. “Ha proporcionado un recurso vital a las víctimas de violaciones de los derechos humanos en las Américas y ha desempeñado un papel importante en la promoción de los derechos de los grupos vulnerables”.
“Su robusto papel, así como el de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, han hecho estos órganos impopulares para ciertos gobiernos en varios momentos de su historia”, añadió la Alta Comisionada. “Esto es hasta cierto punto inevitable si se toman en serio su papel y permanecen verdaderamente independientes y autónomos, incluso de la propia OEA – como lo ordena el estatuto de la Comisión en virtud de la Carta de la OEA, la Convención Americana sobre Derechos Humanos y el Estatuto de la propia Comisión Interamericana”.
La Alta Comisionada señaló que, en los últimos años, su propia Oficina ha estado gradualmente fortaleciendo su relación con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y afirmó que la misma seguía contando con el pleno apoyo de la Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
“Esta es una situación muy perjudicial que corre el riesgo de minar la independencia y la probada eficacia de la CIDH”, dijo. “También está causando daños a la reputación de la OEA, así que espero que el asunto se pueda resolverse pronto. Esto no debería tratarse de una cuestión de reputación personal, ni de lealtades políticas, ni de pérdida de prestigio – Esto debería ser sobre cómo trabajar para proteger los derechos humanos de cientos de millones de personas en todas las Américas en un momento de crisis masiva”.