Por William Hundelshauseen Carretero
Serios cuestionamientos se han vertido a los distintos Órganos del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), por los altos grados de corrupción y nepotismo que denotan estas instancias totalmente deslegitimadas. La crisis alcanza también la cúpula de los partidos políticos, los gremios empresariales, la dirigencia sindical y gremial plegada al gobierno.
¿Quiénes han ejecutado esta política? Todos los gobiernos que se han sucedido, esto significa que entre gobierno y oposición no existe diferencias, sus intereses de clases son los mismos. Es más, hoy la patronal (grandes capitales) se han ‘conglomerado’ y sus enormes capitales actúan en todos los sectores, por tanto, las expresiones políticas de la clase dominante también se fusionan, cualquiera de sus partidos políticos representan globalmente los mismos intereses, el de la clase dominante.
Esto explica, por qué el último proceso electoral y seguramente el que se avecina, para presidente, alcaldes y diputados sigue siendo testimonio de una gigantesca campaña de mercadeo, donde los grandes publicistas, a través de los medios de comunicación bajo control de grupos políticos y económicos reconocidos, se encargan de vender un producto (lavar la imagen de candidatos o sencillamente darlos a conocer). Dónde se siembran falsas ilusiones y promesas electorales, que se desvanecen al poco tiempo de ejercer el poder porque no tienen el mínimo conocimiento de lo público y sus compromisos es con las personas o políticos que vendieron su imagen para que el pueblo cayera en sus garras.
Los datos de los procesos electorales de las últimas elecciones, confirman que uno de cada cuatro colombianos muestra rechazo o se pronuncia en contra del sistema electoral excluyente, por lo que optan por la abstención, voto en blanco o nulo. Encuestas realizadas, por los diversos medios de comunicación independientes, indican una alta percepción de que los partidos políticos tradicionales no contribuyen en nada a la democracia, que estos sólo aparecen en el período electoral y que jamás toman en cuenta los problemas de las comunidades, y al paso que llevamos vamos a quedar sin partido ya que con tanto cuestionamientos por parte de la gran mayoría de sus miembros, algunos para no enfrentar el problema que ellos mismos ocasionaron, se van a buscar al incauto y expoliado pueblo para que lo apoyen con firmas, dejando atrás según ellos los pecados que cometieron cuando pertenecían al PARTIDO o movimiento.
Cabe preguntarse ¿qué democracia puede haber en un país donde más del 70% de la población vive en pobreza, donde niños mueren de hambre, donde más del 40% de la población que recibe salario no logra cubrir el costo de la canasta familiar. Todo ello frente al silencio de gobierno y partidos políticos. Desde el 2010, se abrió un proceso judicial contra la corrupción de políticos, que se hizo notar a través de las mermeladas, carrusel de la contratación, contratación sin el lleno de los requisitos, pago de dadivas a financistas de las diferentes campañas políticas a raíz de las alianzas ilegales de algunos políticos investigados por la Corte Suprema de Justicia, la misma que tiene a tres de sus miembros detenidos por corrupción: Leónidas Bustos, Francisco Ricaurte, Camilo Tarquino y la dura evidencia que acorrala al magistrado Gustavo Malo.
¿Qué democracia hay en votar por partidos donde habitan en su seno una cantidad de personajes con una larga trayectoria de corrupción, de atropellos al pueblo, de represión, de imposición de medidas antipopulares?, ¿qué democracia puede haber en votar por partidos y figuras que se prestaron a la violación de los derechos humanos y las libertades ciudadanas?, ¿de qué democracia podemos hablar cuando un importante número de legisladores reconocidos como vagos, corruptos e incapaces vuelven al pulmón de la democracia de Colombia, mientras otras desprestigiadas y desgastadas figuras de la politiquería criolla se refugian en mantenerse en el poder a través de familiares y amigos muy íntimos? Que democracia puede existir, donde los partidos políticos imponen la dinámica del dedo en sus decisiones internas, donde no hay debate, donde se manipula la verdad y convierten las elecciones en esa especie de marketing publicitario, vulgar mercadeo electoral carente de propuestas de solución seria y real a los grandes problemas nacionales. Por eso tenemos la ¡Democracia Secuestrada!