Por William Hundelshauseen Carretero / Presidente Nacional APIC
En el mes del periodista, es bueno ocuparnos del ejercicio periodístico que sólo puede efectuarse libremente cuando las personas que lo realizamos no son víctimas de amenazas ni de agresiones físicas, psíquicas o morales u otros actos de hostigamiento. Dichas acciones no solo vulneran de un modo especialmente drástico la libertad de pensamiento y expresión de la persona afectada, sino que además afectan la dimensión colectiva de este derecho. Los actos de obstrucción a la información y violencia que se cometen contra periodistas que diariamente las instituciones gubernamentales y estatales, no le permiten que hagan las preguntas que ellos profesionalmente vean necesaria, sino las que acondicionan los respectivos jefes de prensa que por órdenes superiores limitan la libertad al acceso de la información y como si esto fuera poco acondicionan un cuarto retirado de los personajes que producen noticias diariamente, sitio aislado donde únicamente pueden seguir por audio y video el evento, para que difundan en sus diferentes medios lo que están escuchando y viendo en la TV, sin tener la oportunidad de hacer ningún interrogante sobre alguna mentira que se haya dicho en el mismo, como lo ocurrido recientemente en la Cumbre de Alcaldes, realizada en Mompox, que dejo al descubierto que la violación de la actividad del periodismo, involucrando un conjunto de derechos que van desde el derecho a la libertad de expresión, la libertad de prensa, el derecho a la información, cuyo ejercicio es cuestionado por los representantes de los periodistas en las diferentes carteras. Que desconocen la normativa nacional e internacional sobre la libertad de expresión, el derecho a la información y la libertad de prensa desde el ejercicio periodístico, olvidándose de la tesis que entregaron al graduarse donde se comprometieron a señalar sobre la necesidad de un cambio de actitud en los distintos sectores de la sociedad involucrada en el tema de la información y siempre no solo difundir sino permitir que se diga la verdad, respetando y hacer respetar, garantizando la libertad de expresión como un derecho natural que tiene todo ser humano, el derecho a la información que tiene el público y la libertad de prensa con el acceso libre y oportuno a las fuentes de información —tanto pública como privada— para que los periodistas desarrollen su trabajo sin barreras de ninguna naturaleza. Los periodistas somos “mediadores” entre los medios y la sociedad, hemos recibido simbólicamente “el mandato” de la sociedad para que los represente ante las distintas instancias donde se genera información noticiosa y en esta perspectiva es importante que el Estado contribuya y garantice el ejercicio periodístico. El público, el oyente, el lector, el televidente, el “ciudadano común” tiene el derecho a la información, sin engaños ni manipulación. El ciudadano tiene el derecho a ser debidamente informado, donde conlleva el derecho a la libertad de pensamiento, de opinión y de expresión. Ejerciendo su derecho a la libertad de expresión, el público debe estar consciente sobre la importancia del ejercicio y la defensa de este derecho que admite que ningún ciudadano sea silenciado o perseguido por pensar diferente. Por su parte los periodistas debemos: Decir lo que acontece, no lo que quisiera que aconteciese o lo que imagina que aconteció. Decir la verdad anteponiéndola a cualquier otra consideración y recordando siempre que la mentira no es noticia. Ser objetivo no dejarse manipular. Callar antes que deformar. Ser independiente en su criterio y no entrar en el juego político inmediato. Aspirar al entendimiento intelectual y no al presentimiento visceral de los sucesos y las situaciones. Resistir toda suerte de presiones: morales, sociales, religiosas, políticas, familiares, económicas, sindicales, etc,. Recordar en todo momento que el periodista no es el eje de nada sino el eco de todo. Huir de la voz propia y escribir siempre con la máxima sencillez y corrección posible y un total respeto a la lengua. Conservar el más firme y honesto orgullo profesional, el respeto a la verdad, cual debe guiarnos a todos en cada uno de los pasos del periodista que aspire a representar su papel con dignidad y grandeza. De esta manera evitamos la VIOLACIÓN DE LA ACTIVIDAD DEL PERIODISMO.