Por Fernando Hernández Flores
Si un sector en el país ha sido el más afectado en las últimas décadas, es el sector agrario. La hambruna, la miseria, la pobreza extrema, la descapitalización y desvaloración de los productos del campo, la marginación y el olvido han imperado últimamente. La falsa imagen de consumir lo que nos venden fuera, lo transnacional y no invertir en la producción de granos básicos en las distintas regiones, que son óptimas y fértiles, ha provocado una mayor crisis alimentaria. Apoyar al campo es de beneficio para todas y todos, cerrarse implica un riesgo social, donde los ideales zapatista y villistas pueden resurgir.
Al promulgar la Ley Agraria, un 6 de enero de 1915, don Venustiano Carranza dio paso a una nueva época. El movimiento postrevolucionario de los agraristas como es el caso de Úrsulo Galván, Manuel Almanza, José Cardel, por citar a unos, fue con el propósito de hacer realidad el sueño anhelado de Emiliano Zapata, de otorgar tierras a los verdaderos trabajadores de la tierra.
El veracruzano Sixto Adalberto Tejeda Olivares impulsó enormemente el movimiento de las trabajadores y trabajadores del campo mexicano, apoyándolos para su constitución y organización, que bajo la bandera de Liga Nacional Campesina, se hacía escuchar y estremecer a los grandes poseedores de tierras en todo el territorio nacional. Unos años después, en 1938, Lázaro Cárdenas del Río, descendiente de Michoacán, muy vinculado con el pueblo y afín a las políticas agropecuarias unió a las organizaciones campesinas en una sola central, la gloriosa Confederación Nacional Campesina, casa de los campesinos donde se escucharía el sentir de las personas involucradas en éste noble sector.
Con el pasar del tiempo han resurgido organizaciones campesinas en el país, siendo cada vez más los que piden y exigen justicia social. Que volteen la mirada hacia el campo. El 6 de enero no debe ser un evento político más, debe haber sensibilidad de las partes que integran al sistema federal, estatal y a los municipios, para que se apliquen políticas estratégicas en las tierras de los que aún cuentan con proporciones de tierra, enfocándose más a los minifundistas que son más afectados por las crisis de los últimos años.
Hay mucho por hacer por los campesinos mexicanos. Es indispensable una reingeniería en las instituciones y una reestructuración justa dónde se tenga que hacer, se requiere diálogo, concertación, acuerdos pero sobre todo dar soluciones a corto, mediano y largo plazo. Los pueblos originarios y los campesinos ahí han estado a la espera siempre, la hora se acerca y éste año es una oportunidad para emprender retos que nos lleven a la reconstrucción del país que queremos. La Ley Agraria y el campo mexicano tienen que resurgir, ajustarse y ser el granero de la potencialidad económica que se demanda. Si tata Lázaro volviera su prioridad para el desarrollo sería los obreros y campesinos de México. ¡Qué éste año 2017 que ya iniciamos, sea un auténtico año de la constitución, donde se den avances significativos y de impacto con un relanzamiento agropecuario preciso, direccionado y eficaz! Paxkatkatsini (Gracias).
venandiz@hotmail.com Twitter @tepetototl