Por William Hundelshauseen Carretero
Presidente Nacional APIC
Nuevamente los “ruidos” en relación con el tema de la libertad de prensa han cobrado actualidad, a propósito de la algarabía mediática del plebiscito para votar por la PAZ, en RCN Cartagena. Por ello resulta oportuno escarbar un poco en este viejo y controvertido asunto, tan llevado y traído por las fuerzas de derecha en las oportunidades en que gobiernos populares adoptan medidas ante los desmanes de los medios en manos de privados. Si por definición la función social de la prensa es informar de forma oportuna, veraz y objetiva, entonces la libertad de prensa debe medirse a partir del cumplimiento o no de ese principio. Pero en realidad ese no es, como debía, el punto de referencia y todo gira acerca del “derecho” de los dueños para exponer sus puntos de vista, invariablemente en defensa de los intereses de la clase social a la que pertenecen. Tal deviene la regla, sin excepciones. Y para garantizar ese “derecho” de los propietarios, estos se han encargado de crear las instituciones que operan, como es lógico, supuestamente para defender esa libertad como si ella fuera un patrimonio de todos. Así surgió en Cuba en 1943, con el auspicio del dictador Fulgencio Batista, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) como organización garante de la libertad de prensa; Pero contrariamente a cuanto pueda suponerse, y ella se presenta, la SIP no está integrada por periodistas de línea, interesados en hacer valer sus derechos profesionales. Se trata de una organización de empresarios, dueños de periódicos, revistas, televisoras y emisoras de radio, muchos de ellos no periodistas y otros con esa categoría, quienes hace mucho dejaron de ejercer como tales. Sencillo de comprender, pues cuando la SIP denuncia en nombre de los periodistas violaciones de la libertad de prensa, en realidad se está refiriendo al supuesto derecho de los dueños a decir cuánto les venga en ganas. La SIP fue una criatura creada por la CIA, con el propósito de utilizar la prensa como instrumento de dominación neocolonial y las oligarquías latinoamericanas aliadas.
Durante los últimos años la APIC ha reportado y denunciado 95 hechos de violencia o agresiones contra periodistas en Colombia, con un total 106 víctimas, estas afectaciones representa un aumento del total registrado en el año 2015. Bogotá se consolida como la ciudad con mayor número de fingimientos a la prensa con el 24 por ciento, seguida por Antioquia 15 por ciento, La Guajira con el 10 por ciento, Tolima con el 9 por ciento y Casanare con el 8 por ciento. Estos artificios a los periodistas son amenazas, obstrucciones al trabajo periodístico y estigmatizaciones por parte de funcionarios públicos y de dueños de emisoras, caso reciente el de RAFAEL RUIZ en RCN, que al parecer por no estar de acuerdo en apoyar una de las opciones del plebiscito, salió del noticiero popular, censurando su posición de independencia, esa situación resulta alarmante en un contexto sociopolítico que anuncia la necesidad de que la diversidad de voces del país se vea reflejada en los medios de comunicación, por eso se hace urgente que el Estado colombiano actúe en garantía de la libertad de prensa, logrando generar un ambiente propicio para un ejercicio periodístico acorde a la realidad política del país, que no es otro que la búsqueda de una paz estable y duradera en la que la voz de todos y todas sea escuchada, y las diferencias de todo orden puedan ser superadas a través del diálogo. Ello explica la conducta complaciente de la SIP mantenida durante decenios con las brutales tiranías latinoamericanas, aún ante los casos de asesinatos de periodistas, la clausura de medios y el establecimiento de períodos de censura, casi siempre aplicados contra publicaciones de izquierda.
La libertad para engañar y confundir es la que defienden la SIP y RSF. De Reporteros sin Fronteras (RSF) se puede decir otro tanto, solo que esta constituye un engendro, quizás más elaborado que la SIP, de la CIA, agencia federal norteamericana dedicada a financiar, con sumas millonarias, el divisionismo ideológico y la subversión contra gobiernos populares. ¿Qué libertad de prensa defienden la SIP y compañía?