*Bravatas de Bronco
*Convocatoria Lista
*La Libertad se Gana
Por Rafael Loret de Mola
Se fue el Papa sin conocer a los peleoneros que, en México, tratan de llevar agua a su molino. Esperábamos otras cosas como una lectura de cartilla al presidente peña, feliz en su avioncito recién estrenado –que no le prestó a Francisco-, en un vuelo entre la ciudad de México y Sonora para conmemorar a la Fuerza Aérea Mexicana –de escasa acción en la guerra entre mafias-, y un regaño severo para anunciar medidas concretas contra los pederastas con sotanas y la negligencia en torno al crimen del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en mayo de 1993. Casi veintitrés años de ignominia e impunidad.
Al parecer, el Sumo Pontífice intentó arar en el mar pero sus mensajes calaron a no pocas conciencias adormecidas. Son palabras, sí, pero con ellas se señalan las perspectivas y los pasos a dar cuando son honestas y justas. Por desgracia el valor de cuanto se dice ha perdido credibilidad por la secuela de mentiras que son azote de la demagogia contra una población en estado de indefensión. Pese a ello, sólo así pueden trazarse las rutas dejando atrás a quienes, de plano, sólo buscan la salida de las armas y la muerte para asegurar un nuevo orden sin percatarse que, a través de los años y la historia, resultan más devastadoras las posguerras que los enfrentamientos mismos. Todavía es posible levantarse sin necesidad de enfrentamientos fratricidas en pleno tercer milenio.
Desde luego, no podemos seguir así. Los bravucones, como los perros amancebados, ladran pero no muerden. Como el apodo “Bronco” de Nuevo León quien cree que con desplantes y frases altisonantes, injurias incluso, va a imponerse a la razón y a la lícita argumentación sobre sus promesas incumplidas respecto a lo primero que haría si asumía la gubernatura de Nuevo León, nunca tan abandonada por un gobernador que prometió NO dedicarse a hacer campaña –mucho menos presidencial- pues su prioridad debía ser, como lo es aunque lo ignore, el bienestar de “la raza” como suelen autodesignarse los hijos de esta región que supo vencer al desierto hasta convertirse en el polo económico mayor de la República.
Más de cuatro meses después de su asunción –es decir desde el 4 de octubre pasado-, ha incumplido acerca de lo primero que haría, a saber:
1.- Auditar y denunciar, en su caso, las evidentes desviaciones presupuestarias de su predecesor, Rodrigo Medina de la Cruz, al amparo de las maniobras de su padre, Humberto Medina Ainslie, con bienes inmobiliarios escandalosamente adquiridos con presuntos caudales públicos como el propio Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón, “bronco”. Contra lo ofrecido parece dispuesto a regalarle tiempo a su antecesor para que pueda limpiarse la cola sucia mientras el mandatario en funciones simula y no alega nada al respecto.
2.- Aseguró que, de inmediato, abatiría –como ya se hizo en otros estados, siendo el primero Querétaro-, el injusto impuesto sobre la tenencia vehicular que fue creado, en 1967, como una manera de apoyar al “pobre” gobierno de díaz ordaz en cuanto a los gastos generados por la preparación y realización “majestuosa” de los Juegos Olímpicos de 1968. Casi medio siglo después seguimos cubriendo los remanentes porque los sabios administradores públicos extienden la recaudación a costa de exprimir a los causantes cautivos hasta la médula. ¿Y la soberanía de las entidades? “El Bronco” aseveró que la haría cumplir y tendería otras alternativas para impulsar el desarrollo.
3.- Igualmente insistió en reducir los prediales con justeza para evitar que los pobres se asfixiaran y los ricos gozaran con porcentajes mínimos para ellos. Nada concreta al respecto mientras el tiempo pasa, los Medina se blindan y los neoleoneses frustran sus esperanzas al igual que aquel chico quien rompió su credencial de elector cuanto supo de la alianza con Fernando Elizondo luego de su claudicación política. Resultó que aquel universitario tuvo más arrestos que los borregos dispuestos para el sacrificio de la demagogia.
Con motivo de la Feria Internacional del Libro, en Monterrey, el domingo 17 de octubre, a sólo trece días de la asunción de Rodríguez Calderón, pregunté a la nutrida audiencia, heterodoxa y pluripartidista, después de elogiar el hecho de que un independiente hubiese aventajado al PRI y al PAN aunque tuviera el lastre de treinta años de militancia priísta, cuántos habían votado por “El Bronco”. La reacción fue inmediata: el ochenta por ciento de los allí reunidos levantaron las manos aunque con escaso entusiasmo; luego interrogué a los mismos sobre si seguían pensando igual o estaban decepcionados y sólo la mitad de ellos se pronunciaron por mantener su confianza hacia el nuevo gobernador. ¡Trece días después del inicio de su mandato!
Para mí aquello resultó muy significativo aun cuando, no puedo negarlo, observaba las candidaturas independientes, como ahora los contemplo, como una vía legítima para atacar y superar la partidocracia intolerante fusionada con el presidencialismo autoritario. Era, sí, el resultado de ofrecer cuanto no podía cumplirse, en la inmediatez, porque, claro, no había presupuesto para afrontar el vacío de las arcas, del erario; por ello era urgente, desde el primer día, proceder contra Medina y exhibirlo como un gobernante a control remoto: desde San Antonio, Texas, administró a su entidad metiendo la cabeza como los avestruces ante la creciente mafia que luego, bajo el sino de los inmundos y farsantes Moreira, se trasladó a Saltillo. ¡Qué pena!
Ese mismo día, 17 de octubre –cumpleaños de mí primogénito-, por la noche, escuché una larga transmisión dentro del programa del arquitecto Héctor Benavides, y el asombraron las propuestas de quienes representaban al flamante gobernador. Uno de los representantes de la Universidad de Nuevo León alegó sin requiebros:
–No estaría más, para suplir la ausencia de recursos que generaría la desaparición de “la tenencia”, aumentar el precio de las gasolinas con un impuesto del dos por ciento estatal. Con ello se equilibrarían las finanzas y cumpliría “El Bronco” su promesa.
No había comenzado la catástrofe de los precios de crudo pero ya se avecinaba y aquella “sugerencia”, acaso lanzada para medir si los neoleoneses pensaban o no, se estrelló, por lógica elemental, durante la misma emisión. ¿A quién podría ocurrírsele semejante patraña para justificar, entre líneas, el mantenimiento del impuesto vehicular provocando con ello pasar sobre la principal oferta de una campaña abiertamente mentirosa? Además, un ardid de este nivel sería tanto como arrojar de Nuevo León al Código Fiscal Federal en una salida separatista de la peor calaña.
Francamente, me espanté por el sino que habían tomado las cosas. ¿Esto es lo que en fondo buscaban o buscan “El Bronco” y sus incondicionales, llevando al personaje como patria y dejando a México en la orilla?
Salí con un sabor amargo de Monterrey y con el firme deseo de que sólo fuera una bravuconada sin otros efectos laterales; al parecer nos equivocamos todos. “El Bronco” se convirtió en una suerte de pandillero obsesionado con la Presidencia –quizá prometiendo que encarcelará a peña, venderá su avión y mandará iniciativas al Congreso para derruí las reformas impopulares con la amenaza de disolver al Congreso si se le opone-, su verdadera ruta crítica. Pero, claro, señalarlo es caer de su gracia y llamarlo a que, desafiante, extienda sus cobardes descalificaciones con ofensas sin sentido. No me arrugo porque este columnista está presto a responder, una a una, sus falacias. Como periodista y sin ninguna otra aspiración. No voy a supeditar el propósito de encabezar una opción independiente de verdad a mi vocación de periodista y, si es necesario, dejaré lo primero para seguir en la vía de lo segundo. Ya lo dije: sólo con un apoyo contundente, que no signifique dejar de decir las cosas como las digo, daría el paso necesario con tal de romper el estigma de la dictadura oculta detrás de bambalinas. Luego vendría el motín en Topo-Chico, con cuarenta y nueve muertos –los partidarios de “El Bronco” negligente arguyeron que los reos fallecidos “se lo merecían” y el gobernador, horas después de los acontecimientos, dio la cifra… equivocada. Habló de cincuenta y dos cadáveres. Sólo eso sin mencionar que NO existe plan alguno para evitar la saturación y promiscuidad de los penales.
México se queda; el Papa se fue. Vamos a ver si de la Iglesia, en la que aún cree el sesenta y tres por ciento de los mexicanos, es capaz de remontar y dignificarse como es necesario dignificar también a la política rastrera contaminada por aventureros del poder y esbirros disfrazados de redentores.
Debate
Desde el pasado 9 de febrero, hace ocho días, encendimos los motores para llamar a una Convocatoria Nacional para reunir a los periodistas de todo el país –incluyendo a los más de primera línea para darle mayor fuerza al derrotero pero sin desdeñar la importancia de reporteros, redactores, fotógrafos y todos aquellos que hacen posible la información-, en Xalapa y con el propósito de exigir la inmediata salida del troglodita Javier Duarte de Ochoa aun cuando le falten sólo unos meses para dejar el relevo en la gregaria familia Yunes –un remedio acaso peor a la enfermedad-.
Sugerí igualmente a mi admirada colega, Carmen Aristegui, que ella sugiriera la fecha adaptándome a ella y reconociendo su enorme capacidad de cobertura como una suerte de guía moral del gremio. Y en estas estamos, esperando concretizar lo necesario tras un asesinato más con visas de estar orquestado por el mandatario veracruzano –quien ya suma más de dos decenas de crímenes impunes-, máxime después de que se infamó a la periodista muerta cargándole un supuesto romance con un mafioso. Así actúan los cobardes.
La convocatoria está en pie; espero respuestas de los que ya no pueden soportar la represión inaudita de Duarte y consideran necesario enfrentarlo ahora, cuando aún no deja el poder, para que se proceda contra él ya y después, en caso de negligencia pública, de su amarga gestión. Es un caso patológico que, de ninguna manera, puede pasarse por alto.
Duarte, como Egidio Cantú, Mario López Valdés, Carlos Lozano de la Torre, Roberto Angulo Borge y otro más, deben estar preparados… para el cadalso, desde hoy mismo. No cesaremos en nuestras denuncias y espero que la ciudadanía no nos deje solos.
La Anécdota
Hay quienes insisten que la libertad acoge por igual a todos los espíritus; no es así. Recuerdo una sentencia magnífica del neolaredense, Carlos Cantú Rosas, ya fallecido, al respecto:
–La libertad se conquista, no se implora.
Y así es. Si, por ejemplo, “El Bronco” alega que actúa en libertad promoviéndose por todos los sitios y dejando su responsabilidad vacía en Nuevo León, tal se vuelve libertinaje y debiera tipificarse como un delito la ausencia de sus funciones. Seguir en la línea de la tolerancia aviesa es retroceder, sin remedio, a los tiempos de los autoritarismos cernidos a la voluntad suprema. ¿O acaso nunca nos alejamos de ellos?
La libertad es un privilegio que debe ejercerse cuando hemos sido capaces de honrarlo y defenderlo. Hagámoslo siempre.