Por Abel Santiago
El proceso electoral que se ha iniciado para el cambio de gobernador, tuvo como antecedente la abundancia de aspirantes, como no había ocurrido en otras ocasiones. Casi de todos los partidos hubo varios precandidatos, que inclusive llegaron a anticipar sus precampañas, pero sólo a uno le llamó la atención el Instituto Estatal Electoral por violar la ley, mientras a los demás se les permitió que continuaran. Lo importante de esto fue la efervescencia política, que hacía suponer un cambio verdadero, porque se consideraba que los partidos elegirían al mejor de cada uno, con lo que se vislumbraba una campaña política de altura con buenos programas de gobierno, principios y capacidad para ocupar el cargo con buenos resultados. Sin embargo, al paso de los meses el entusiasmo fue decayendo, porque los mejores elementos se fueron retirando, no se sabe si por consigna o por su propia voluntad, el caso es que en la recta final sólo quedaron los menos representativos, con poca simpatía personal y sin arraigo popular, llegándose por último a una decisión francamente equivocada.
Las coaliciones fueron síntomas de debilidad, ausencia real de ideologías y sobre todo complicidad y ambiciones políticas. El PAN hace mucho que perdió su ideología, que aunque reaccionaria y clerical, sabía sostenerla a través de sus fundadores y algunos de sus más distinguidos miembros, que en su época destacaron como intelectuales y profesionistas. El PRD surgió como partido de izquierda, con dirigentes provenientes del histórico Partido Comunista Mexicano, pero pronto comenzó a cambiar hasta llegar al chuchismo que ahora lo representa, cuya principal meta es compartir el poder para obtener grandes utilidades. El PT también fue de izquierda, pero empezó a sucumbir ante la amenaza de cancelación de su registro, lo que equivalía a la pérdida de sus prerrogativas y de los puestos de elección popular. Estos tres partidos forman ahora la alianza Con Rumbo y Estabilidad para Oaxaca, frase tan vacía como su dirigencia, que postula a un elemento conocido precisamente por su inestabilidad política.
En la alianza Por el Bienestar de Oaxaca se encuentra el partido oficial con su fiel seguidor, el corrupto PVEM, que a pesar de sus múltiples delitos electorales y penales conserva su registro, por su sometimiento a las consignas oficiales. A estos se ha unido el Panal, en una prueba más de su disposición a acatar los lineamientos gubernamentales para beneficio de su dirigencia, temporalmente castigada. Los otros partidos morralla no han figurado, pero se espera que en el momento oportuno se sumen al que vean con mayor ventaja. El único que hasta el momento va solo es Morena, con el inconveniente de que ha seleccionado al peor de todos los precandidatos, Salomón Jara, cuyos negros antecedentes lo hacen ilegible. Es lamentable la decisión de Morena, que ha logrado importantes éxitos en otros estados de la República, y en el propio Distrito Federal, donde ha derrotado a los perredistas en las preferencias ciudadanas. Inútilmente su líder ha vuelto a recorrer Oaxaca, porque su fracaso electoral ya está anticipado, sobre todo por el ofrecimiento de diputaciones locales a la sección 22 magisterial.
Después de las definiciones partidistas se esperaba el registro de algún candidato independiente, como Gerardo Gutiérrez Candiani, pero optó por su retiro ante la negativa del Institucional de considerarlo precandidato. Los otros buenos aspirantes también han vuelto a su rutina, sin aclarar si participarán en alguna de las campañas. A mayor abundamiento, el presidente de la Comisión de Candidaturas Independientes del Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Oaxaca, Uriel Pérez García, declaró que la entidad está preparada para conocer de estas candidaturas, aunque dudó que puedan lograr un espacio de representación popular en esta elección: “En lo que no está preparado todavía el estado es en el sentido que puedan desmantelarse las cúpulas de poder y los cacicazgos que no solamente están en los partidos, sino que se aterrizan en los esquemas sociales del corporativismo”.
La voz popular es la que han expresado algunos representantes de agrupaciones empresariales y sociales, como la del presidente de la Cámara Nacional de Comercio en Pequeño, Salvador Carlos López, quien planteó recuperar el estado de derecho y la aplicación estricta de l ley en contra de quienes insisten en crear un clima de violencia, pues arropados en diversas organizaciones hay verdaderos delincuentes que trastocan la estabilidad y la paz social de los oaxaqueños. Lo peor de todo es que existe la amenaza de la continuación o retroceso de la situación que se vive, porque la actuación del gobernador hace suponer que la nueva alianza opositora perderá las elecciones, y que el PRI recuperará el poder ante la cargada que se está viendo, y que a pesar de las declaraciones de su candidato la tradicional mafia seguirá gobernando, porque será imposible que José Murat cassab deje gobernar a su hijo, si desde que fue gobernador no ha sacado las manos de la política oaxaqueña. Uno que parecía alejado, Heladio Ramírez López, ya ha mandado de avanzada a sus hijos y URO se ha disciplinado, porque podría ser juzgado por el cacicazgo muratista, como no lo hizo Gabino Cue Monteagudo por temor o complicidad.
Alejandro Murat Hinojosa, el candidato oficial, ha declarado que Oaxaca tiene oportunidad de cambiar su historia y su destino para construir una realidad diferente que beneficie a las familias oaxaqueñas, lo cual es una realidad, pero a él no lo dejarán hacerlo porque como en el caso de Gabino, tendrá que dedicarse a pagar las facturas de los que lo imponen, aun contra la razón, la legalidad y la tradición de ser oaxaqueño de nacimiento, con residencia en el estado mínima de cinco años y conocimiento de los grandes problemas que venimos padeciendo.
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