Por José Luis Castillejos A. (*)
Chiapas perteneció al Reino de Guatemala y desde que se anexó a México, en 1821, literalmente, se jodió. Se convirtió, el 14 de septiembre de 1824, en el estado número 19 de México, tras la realización de un plebiscito popular. Durante la etapa colonial estaba integrado a la Capitanía General de Guatemala. Desde aquella anexión y el plebiscito han pasado entre 194 y 197 años, respectivamente. ¿De qué ha servido? De muy poco.
Poco ha cambiado desde entonces: Sigue el atraso, crece la desigualdad social, la pobreza se encarama en los cerros y se desarrolla en las periferias de los poblados. Al estado le falta madurar. De un lado, está la clase media y baja para quienes todos los tiempos han sido difíciles. Al otro extremo, la aristocracia para quienes estos son tiempo de gozo. Exclusión, racismo y marginación, en todos sus sentidos.
Chiapas siempre ha estado jodido. Ocupa el segundo lugar en grado de marginación a nivel nacional, precedido por Guerrero y seguido por Oaxaca. Tiene 48 municipios con comunidades en la categoría de muy alta marginación y 39, en situación de alta marginación, los cuales se ubican principalmente en los Altos y la Selva. Un 55.05% de la población chiapaneca vive en municipios con estas características y nada más dos municipios son de muy baja o baja marginación. El municipio de Sitalá, ubicado en la zona Norte-Selva ocupa el primer lugar dentro de los municipios más marginados a nivel estatal y el sexto a nivel nacional, según datos del INEGI.
Aquí las inversiones extranjeras apenas bordean los 16.3 millones de dólares en rubros como el comercio y servicios de alojamiento temporal y de preparación de alimentos y bebidas. Eso sí, la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) ha detectado la presencia de los “Zetas” y el Cártel del Golfo y con ello el narcotráfico con una incidencia delictiva más alta en los municipios de Benémerito de Las Américas, Frontera Comalapa, Comitán, Ciudad Hidalgo, Juárez y Reforma, según datos de SIPAZ.
Ya no sólo es este estado un puente de la droga proveniente de Centro y Sudamérica. Ahora se ha convertido en un territorio donde el cultivo de amapola y marihuana ha proliferado, merced a su geografía. Los municipios donde pareció anclarse la narcoactividad están en el Centro y los Altos: Pueblo Nuevo, Solistahuacán, Rincón Chamula, Rayón, Chalchiuitán, Larráinzar y Chenalhó; en la región de Los Chimalapas (colindante con Oaxaca); en Las Cañadas y la Selva Lacandona, Altamirano, Las Margaritas, Chanal, Nuevo Orizaba y El Ocotalito. El punto más vulnerable sigue siendo la línea fronteriza con Guatemala (Tapachula y Ciudad Hidalgo, principalmente), lugar también neurálgico para todo tipo de tráficos ilícitos además del narcotráfico (armas, trata de blancas, migrantes, entre otros).
La política prostituyó las comunidades indígenas. Hoy los líderes sólo extienden la mano, bloquean carreteras o incendian edificios públicos y les llueven carretadas de dinero. La prostitución en todo su esplendor. Chiapas, como otros estados del sureste mexicano, tiene una composición pluriétnica y pluricultural y según el INEGI 1,141,499 personas mayores de 5 años hablan alguna lengua indígena, lo que representa un 27.2% de la población de la entidad. Doce de los 62 pueblos indios, reconocidos oficialmente en México, se encuentran en Chiapas. Difícilmente las autoridades entran a poner orden en las comunidades indígenas donde, bajo el velo o manto, de usos y costumbres, se saquea la madera o se esconden vehículos robados en las ciudades.
Aunque se ha avanzado en infraestructura, inversiones productivas, instalaciones educativas y de salud, y servicios turísticos, la paz social pende de un hilo. No hay un solo día en que no se registre una protesta en la entidad. Hay tolerancia, respeto a los derechos humanos, confianza en las instituciones y aprecio por el valor de la diversidad, sí. Pero falta mucho.
Chiapas tiene presas, producción de electricidad y petróleo y, en paralelo, una vergonzante pobreza. En municipios apartados del norte del estado, las carreteras quedan intransitables después de las lluvias. Este es, paradójicamente, un mosaico de riquezas. Posee zonas arqueológicas, balnearios, playas, montañas y es un gran desafío a la imaginación creativa y audaz pero su desarrollo es a paso de tortuga.
Hoy hay una nueva clase política que no logra embonar en el eslabón de la sociedad. Se han apartado los jóvenes gobernantes de políticas directas que saquen a la gente de la pobreza y han optado por el endeudamiento para prácticas paternalistas, que creíamos eran cosas del pasado, de repartir despensas. Se gastan mensualmente unos 95 millones de pesos en esa ayuda social.
A Chiapas, literalmente, lo han saqueado. Fomento Económico de Chiapas indicó que de 1995 al segundo trimestre de 2015, la deuda pública del estado pasó de 992 millones a 19 mil 385.2 millones de pesos, 19.54 veces más del monto en las últimas dos décadas. Ese período ha sido gobernado por Julio César Ruíz Ferro (1995-1998), Roberto Armando Albores Guillén (1998-2000), Pablo Abner Salazar Mendiguchía (2000-2006), Juan José Sabines Guerrero (2006-2012), y el actual mandatario, Manuel Velasco Coello.
Pero de acuerdo con datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Chiapas es el estado que destaca por la reducción de 754 millones de pesos de la deuda que mantiene con acreedores, tan sólo después del Distrito Federal que se posiciona en el primer lugar nacional al disminuir 2 mil 87 millones de pesos de su deuda.
Chiapas aporta al país el 1.4% del petróleo y 12 por ciento del gas. Ahora se incorpora la producción de energía eólica. El estado cuenta con un centenar de pozos petroleros en explotación ubicados en los municipios de Juárez, Ostuacán, Pichucalco y Reforma, con una producción de casi cien mil barriles barriles diarios y 439 millones de pies cúbicos de gas al día.
Entonces ¿en qué momento se jodió Chiapas? Cuando los chiapanecos, en extremo confiados, depositaron su aval en personas que sólo han querido recuperar lo invertido en las campañas políticas. Cada sexenio una nueva gavilla de ricos se alza de estos lares. Portentosos ranchos, haciendas ganaderas, casas de playa, lujosas camionetas y grandes mansiones se levantan en los feudos de alcaldes, ex gobernadores. No sólo para ellos, incluyen a sus familiares y amantes.
¿En qué momento se jodió? Cuando se institucionalizó el diezmo, que ahora se ha convertido en “veintiesmo”, o sea el cobro que hacen los funcionarios para la obra pública, o para realizar algún trámite para bajar recursos. Nada se mueve sin la voluntad del billete. Los presidentes municipales salen millonarios, los comandantes de corporaciones policiales, los responsables de la obra pública, funcionarios de menor rango. Todos, todos, entran quebrados y salen adinerados.
En ese momento se jodió Chiapas y seguirá fregado mientras la sociedad no exija cuentas. Mientras el Congreso esté conformado por una caterva de chamacos que no saben qué es legislar y menos conocen el Estado ni sus necesidades.
Cuidado que la gente está muy molesta. El ruido de las cacerolas se empieza a sentir y el filo de los machetes de las comunidades indígenas están despalmados.
Cuidado!
Director General del diario digital YA! www.eldiarioya.com