Por Abel Santiago / abelsantiago30336@yahoo.com.mx
De acuerdo con las modificaciones a la Constitución, Enrique Peña Nieto sólo envía a un empleado suyo a entregar al Congreso de la Unión legajos que se supone contienen su informe de gobierno, y al día siguiente dirige un mensaje a la nación ante un público integrado por sus invitados especiales, entre los que figuran miembros de la clase política y de la iniciativa privada. A través de ese mensaje da a conocer algunos puntos relacionados con su informe, que hasta los legisladores ignoran, porque muy obedientes después de varios días comienzan a “desglosar”. Este primero de septiembre el encargado de cumplir con esa tarea fue el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y el de hacerle segunda, o sea de recibirlo, fue el perredista Jesús Zambrano, presidente de la LXIII Legislatura. Peña Nieto llega a su tercer informe de gobierno con el nivel más bajo de popularidad, pero esa actitud arrogante y prepotente lo baja más aún, con la agravante de que lo poco que se ha dado a conocer de ese informe carece de importancia, porque no muestra ningún avance en bien del país, sólo hace notar más su estancamiento y retroceso en muchos aspectos.
La mejor prueba de la deficiencia del informe presidencial, y de que la mayor parte de las promesas de campaña no se han cumplido, es la propuesta para los próximos tres años de 10 medidas populistas, a pesar de que en el mensaje peñanietista se reprobó el populismo. ¿Por qué en lugar de informar promete, como si estuviera en campaña? Lo que se propone, como si fuera ajeno a lo que se supone es su programa de gobierno, es: impulsar leyes en favor de los derechos humanos, acuerdo nacional para la justicia cotidiana, desarrollo de regiones con mayor rezago, apoyo a actividades productivas en zonas rurales marginadas, renovación de infraestructura educativa, inglés en educación básica, creación de la Secretaría de Cultura, paquete económico para el bienestar, desarrollo financiero y medidas de austeridad en el presupuesto de egresos. Salvo la creación de la Secretaría de Cultura, que aunque ya existe pero con otro nombre y un presupuesto muy reducido, y el inglés en educación básica, todo lo demás es obligatorio que esté llevando a cabo un gobierno y no que apenas a la mitad del camino se anuncie demagógicamente.
En cuanto al desarrollo financiero y las medidas de austeridad en el presupuesto de egresos, este gobierno es el que más ha derrochado recursos del erario público en viajes con un ejército de aplaudidores, en bonos y sobresueldos a los funcionarios públicos, en gastos suntuarios para Los Pinos y en publicidad para divulgar la deteriorada imagen presidencial. Una de las muchas pruebas existentes es que Peña Nieto recibió una deuda de seis billones de pesos, pero se dedicó a seguir pidiendo prestado para el despilfarro de todos conocido, y ahora la deuda rebasa los ocho billones de pesos, por los que se deben pagar más de 400 mil millones de pesos por concepto de intereses a los acreedores. La corrupción es lo único que sale a relucir, puesto que no ha habido ninguna obra importante en lo que va del sexenio. Es por eso que cuando se propone un paquete económico para el bienestar, se piensa que es el de la clase política, pero sobre todo de la familia presidencial. Por eso mismo, en lugar de un diálogo con el legislativo, se busca el aplauso fácil con un auditorio de amigos, allegados y beneficiarios, en el que no tiene cabida la mínima protesta ni el desacuerdo.
El coordinador de la bancada perredista de la Cámara de Diputados, Francisco Martínez Neri, destacó en la sesión plenaria del Congreso de la Unión del primero de este mes de septiembre, que la pobreza, la corrupción y la inseguridad están presentes en la vida cotidiana. Dijo que la sociedad está “desilucionada de los resultados del gobierno, que no encuentra alternativas distintas y claras para salir adelante”. Ante diputados y senadores hizo notar que “este acto republicano debiera expresar el diálogo de los poderes, pero justo cuando más hace falta debatir el rumbo del país, el gobierno federal, en lugar de venir a rendir cuentas del estado que guarda la nación, prefiere atrincherarse en las campañas mediáticas”. Prefiere atrincherarse, como lo hace cada año desde el inicio de su sexenio, en el seno de la clase privilegiada que recibe todos los beneficios oficiales, por lo que le es fácil colmar de aplausos a su benefactor en turno. Martínez Neri afirmó que “este gobierno ha sumido a México en una crisis política, económica, social y, sobre todo moral. A los mexicanos nos agobia la corrupción, nos lacera la pobreza y la desigualdad, nos atemoriza la inseguridad. Urge entonces una profunda transformación en el país”. Lo deseable es que este diputado perredista se mantenga en su línea de combate y denuncia, y que no sea asimilado tan rápido por la corriente oportunista de los chuchos.
El mensaje político de Peña Nieto tiene una referencia especial para el pueblo oaxaqueño, que durante 35 años sufrió los atropellos y la voracidad de los dirigentes de la sección 22 del magisterio. Trabajaremos hasta que la reforma educativa sea una realidad en todo el país, dijo, y agregó: “Uno de los mayores desafíos era liberar la educación pública en Oaxaca de los intereses particulares que la tenían cautiva desde hace décadas. En un esfuerzo conjunto con el gobierno del estado, se tomaron las medidas necesarias para transformar el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca, recuperando así la rectoría de la educación en esa entidad”. Reconoció que con responsabilidad y firmeza, el estado mexicano ha superado los obstáculos que impedían brindar una educación de calidad en Oaxaca. Esa responsabilidad y firmeza requiere ahora el gobernador Gabino Cué Monteagudo, para que con el respaldo que tiene del pueblo oaxaqueño, sepa aplicar la ley a esa nefasta mafia magisterial, que nuevamente amenaza volver a desquiciarnos.